Siempre salen estadísticas que en las vacaciones de verano las discusiones en los matrimonios son tan frecuentes como los bañadores en la maleta. De hecho, septiembre es el mes con más divorcios. De jueves a domingo nos invita a viajar con una familia en su viaje vacacional y desde el inicio ya percibimos que las cosas no funcionan del todo bien entre el matrimonio protagonista.
La directora chilena Dominga Sotomayor Castillo realiza una correcta ópera prima que explora, por encima de todo, la mirada inocente de la hija mayor ante una situación que la sobrepasa y a la que no sabe reaccionar. No hay estridencias ni sobresaltos, el relato fluye con naturalidad, como un cuadro de costumbres en que los personajes se mueven por lugares comunes y todo está impregnado de un realismo cándido, como el universo mental de una niña de doce años.
Como decíamos, todo fluye con tranquilidad, a paso lento y nunca con emoción. Los problemas internos de los personajes y sus decisiones suceden sin que el espectador simpatice con ellos, sin poder sentirse identificado con lo que se está contando. Algo esencial en este tipo de historias sencillas, de caracter intimista. Al menos todo reposa en un elenco entregado dotado de muy buenas interpretaciones.
De jueves a domingocuenta la historia de una familia que debe mirar al futuro afrontando su situación actual y cambiar las cosas. Muchos cuando éramos niños nos sentíamos como la protagonista entre la incertidumbre de no entender lo que ocurre y la certeza de saber que algo no va nada bien. Buenas intenciones, pero frío desarrollo.
Lo mejor: Apostar por la mirada de la niña
Lo peor: Todo fluye sin emoción
Nota: 6
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