Las
películas americanas de Navidad suelen tener su eje central en comidas
felices, donde impera la paz y se solucionan todos los problemas. Hasta
aquellas con desavenencias entre los familiares y amigos (si es Acción
de Gracias) todo acaba llegando a buen puerto y la alegría es la única
expresión en los rostros de los protagonistas. En La hija de mi mejor amigo,
en cambio, la batalla la ganan los secretos a relucir, la amargura y
las verdades dolorosas; pero no es un drama familar que lo que prima es
la comedia, pese a que no funcione durante todo el metraje.
La película se centra en el affaire entre el padre de los Walling y la hija de los Ostroff, familias vecinas de toda la vida del barrio residencial The Oranges, muy semejante al Stepford de Las mujeres perfectas o la Wisteria Lane de la televisiva Mujeres Desesperadas. Con esta última también comparten la mirada satírica a los problemas personales y la apuesta por la parodia y la excentricidad por encima del drama o el realismo clásico. En este sentido, la película tiene el máximo objetivo de sacar la carcajada, aunque solo logra arrancar risas, pero bastantes. Ya es mucho en los tiempos que corren para la comedia.
Su juego paródico deja huella en la conversación telefónica de Acción de Gracias, la reunión en el comedor en Nochebuena, la brillante escena del desucbrimiento del engaño en un motel y la ida de olla de Catherine Keener con el coche, cual Doctor House en casa de Cuddy. El guión no es ni mucho menos una genialidad, tiene momentos excepcionales, pero descuida mucho a sus personajes y la trama avanza de forma deshilachada. Por ejemplo, la narradora tiene poco peso a lo largo de todo el film, pero es el epicentro al inicio y al final, la empatización con ella resulta muy difícil; del resto poco se explica las motivacaciones de sus acciones y otros están (notándose mucho) de relleno, simples piezas para contextualizar a otros.
Lo más acertado es su televiso reparto: la pareja protagonista son Hugh Laurie (House) y Leighton Meester (Gossip girl)
y ofrecen buenas interpretaciones, aunque la química entre ellos es
bastante nula y más sin ninguna escena subida de tono, aunque el film
incida en el problema de su relación. Allisson Janney (El ala oeste de la Casa Blanca) y Oliver Platt (The big C) son los más divertidos, teniendo, eso sí, el privilegio de los mejores gags y frases. Aún así, la mejor del elenco es Catherine Keener (gran actriz sin trayectoria en televisión fuera de una serie llamada Ohara) acertadamente comedida en las excentricidades de su personaje y con una mirada reveladora.
La hija de mi mejor amigo es una agradable sorpresa. Una comedia fina, divertida y por encima la media anual del género.
Con ella, las comidas familiares de las festividades navideñas quedan
bien retratadas, sin tabúes ni tapujos y con caras de póker más
realistas que la hipocresía humana.
Lo mejor: La escena del comedor en Nochebuena, posterior a la entrada triunfal con coche en el jardín
Lo peor: El desconcierto que produce el personaje narrador
Nota: 6
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A mi la verdad me pareció horrible, una pésima "comedia si se le puede decir así, mas cuando actualmente la forma del amor convencional se a convertido en una burla social y esta película hace mucho énfasis en ello. Quieren demostrarte que dañar a los demás esta bien si logras tu propio objetivo pero mas que nada es el triste reflejo de la sociedad actual, Cínica y Decadente.
ResponderEliminarA mi la verdad me pareció horrible, una pésima "comedia si se le puede decir así, mas cuando actualmente la forma del amor convencional se a convertido en una burla social y esta película hace mucho énfasis en ello. Quieren demostrarte que dañar a los demás esta bien si logras tu propio objetivo pero mas que nada es el triste reflejo de la sociedad actual, Cínica y Decadente.
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