Pere Ponce, Maria Molins y Àlex Brendemühl
Poco se podía imaginar el escritor Albert Sánchez Piñol, aclamado autor de La pell freda, que años después de la publicación de su primer libro de cuentos, Les edats d'or, uno de sus relatos cortos sería llevado a la gran pantalla y que, además, él sería el guionista y encargado de hacer la adapatación. Ser trata de la película El bosc, lo nuevo de Óscar Aibar (Atolladero, El gran Vázquez) y uno de los estrenos de la semana pasada. Para promocionar el film, Sánchez Piñol y Aibar asistieron el pasado martes a la presentación en Barcelona, acompañados de los tres protagonistas principales: Àlex Brendemühl, Maria Molins y Pere Ponce. El equipo de Cinema Lights tuvo la oportunidad de verlos y escuchar sus opiniones y explicaciones acerca del rodaje y el proceso de adaptación del cuento original.
El cuento de Sánchez Piñol, también titulado El Bosc, consta únicamente de 8 páginas, mientras que la película dura unos 90 minutos. ¿Cómo hacer la traducción de las páginas a la gran pantalla? Óscar Aibar, que admitió que el trabajo de adaptación "es muy cansino", destacó también que su función durante todo el proceso de escritura del guión había sido asegurarse de "mantener el espíritu original del cuento" y de no estropear aquellos momentos, aquellos focos, que más le habían gustado de la historia.
No es la primera vez que un cuento se convierte en un largometraje. "Es algo bastante habitual", decía Aibar. "Hay grandes películas que han sido adaptaciones de cuentos; Hitchcock partía siempre de historias muy cortas para no tener que deconstruir una gran novela", afirmó, poniendo como ejemplo la mítica Los pájaros. Esta vez, sin embargo, el director catalán no ha querido cambiar casi ni una coma del texto de Sánchez Piño que, ambientado durante la guerra civil española, narra la historia de un matrimonio de la región del Matarranya (Bajo Aragón). Para escapar de los anarquistas, Ramon (Àlex Brendemüh) decide adentrarse en las extrañas luces que aparecen delante de su masía dos noches al año. Las luces, que se proyectan en un pequeño y extraño bosque, llevan a Ramon a un mundo paralelo, sin guerra, donde se esconde durante los tres años de contienda. Mientras, su mujer Dora (Maria Molins) debe afrontar, sola, todos los frentes: el hambre, el racionamiento, la soledad, el rencor y la venganza.
A pesar de estar situada en el periodo de la guerra civil española, El Bosc es, primero de todo, una historia de amor entre Ramon y Dora, como repitió más de una vez el escritor y guionista de la película. "La guerra civil es sólo el fondo, un contexto". En realidad, dijo, podrían haber cogido cualquier guerra, como la carlina, donde la misma región del Matarranya tuvo un papel muy importante. "Eso sí", bromeó, "seguro que será la primera película de la guerra donde los anarquistas son los malos". Con todo, la guerra civil era un buen contexto para la historia de El Bosc, defendió, ya que les había permitido jugar con distintos elementos, entre ellos el de la participación internacional y la llegada de los brigadistas a casa de Dora y Ramon.
Por su parte, y luchando contra el típico comentario de "por qué hacéis otra película sobre la guerra civil, si ya se han hecho mas de mil", el director dijo, muy acertado: "si los norteamericanos hubieran tenido una guerra civil en el siglo XX, no harían nada más". Además, afirmó, en una situación bélica, las relaciones personales se disparan, así como las tensiones y las disputas, de modo que era un marco perfecto para la entrada del componente fantástico de la narración, la aparición de esta puerta dimensional a otro mundo donde el protagonista encuentra una sociedad solidaria y con la que empatizar, al contrario que con sus vecinos del Matarranya.
La magia de El bosc, cuento y película, se encuentra precisamente en la mezcla entre la realidad histórica de la región y la fantasía sugerida por escritor y director. En este sentido, Óscar Aibar alabó las cintas de serie B norteamericanas de los años 50 y las definió como la principal influencia de su cine. "Entonces, el elemento fantástico sugería metáforas; por ejemplo, La invasión de los ultracuerpos era una crítica a la ultraderecha norteamericana". De ahí que, además de por razones presupuestarias, guionista y realizador decidieran también no mostrar en ningún momento el otro lado de la puerta dimensional, "la gracia es que cada uno se lo imagine como quiera". [SPOILER] Eso sí, después de hacer trabajar la mente del espectador durante toda la película, el director se permitió un pequeño guiño al final de la historia, un regalo a la imaginación del público. "La película podría haber terminado perfectamente sin el epílogo, pero me encanta haberme arriesgado". Además, dijo, lo mejor del epílogo es que "se da a entender que en este mundo utópico también hay problemas" [/SPOILER].
No es la única metáfora de El bosc, de este mundo paralelo a través de las luces, que también nos muestra claramente la evolución del protagonista masculino. Ramon, en palabras de Albert Sánchez Piñol, "es el único que regresa cambiado, el único que ha hecho la revolución", y no los supuestamente revolucionarios que se han quedado en casa. "En la vida estamos rodeados de puertas dimensionales a otros mundos, y nos da miedo entrar, pero cuando lo hacemos, después salimos mucho mejor", añadió.
No es la primera vez que un cuento se convierte en un largometraje. "Es algo bastante habitual", decía Aibar. "Hay grandes películas que han sido adaptaciones de cuentos; Hitchcock partía siempre de historias muy cortas para no tener que deconstruir una gran novela", afirmó, poniendo como ejemplo la mítica Los pájaros. Esta vez, sin embargo, el director catalán no ha querido cambiar casi ni una coma del texto de Sánchez Piño que, ambientado durante la guerra civil española, narra la historia de un matrimonio de la región del Matarranya (Bajo Aragón). Para escapar de los anarquistas, Ramon (Àlex Brendemüh) decide adentrarse en las extrañas luces que aparecen delante de su masía dos noches al año. Las luces, que se proyectan en un pequeño y extraño bosque, llevan a Ramon a un mundo paralelo, sin guerra, donde se esconde durante los tres años de contienda. Mientras, su mujer Dora (Maria Molins) debe afrontar, sola, todos los frentes: el hambre, el racionamiento, la soledad, el rencor y la venganza.
A pesar de estar situada en el periodo de la guerra civil española, El Bosc es, primero de todo, una historia de amor entre Ramon y Dora, como repitió más de una vez el escritor y guionista de la película. "La guerra civil es sólo el fondo, un contexto". En realidad, dijo, podrían haber cogido cualquier guerra, como la carlina, donde la misma región del Matarranya tuvo un papel muy importante. "Eso sí", bromeó, "seguro que será la primera película de la guerra donde los anarquistas son los malos". Con todo, la guerra civil era un buen contexto para la historia de El Bosc, defendió, ya que les había permitido jugar con distintos elementos, entre ellos el de la participación internacional y la llegada de los brigadistas a casa de Dora y Ramon.
Albert Sánchez Piñol y Óscar Aibar
Por su parte, y luchando contra el típico comentario de "por qué hacéis otra película sobre la guerra civil, si ya se han hecho mas de mil", el director dijo, muy acertado: "si los norteamericanos hubieran tenido una guerra civil en el siglo XX, no harían nada más". Además, afirmó, en una situación bélica, las relaciones personales se disparan, así como las tensiones y las disputas, de modo que era un marco perfecto para la entrada del componente fantástico de la narración, la aparición de esta puerta dimensional a otro mundo donde el protagonista encuentra una sociedad solidaria y con la que empatizar, al contrario que con sus vecinos del Matarranya.
A pesar de que los auténticos protagonistas del film son el trío formado por Brendemühl, Molins y Ponce, la presencia del intérprete norteamericano Tom Sizmore como secundario de la historia no ha pasado a nadie desapercibida. El actor de películas como Salvar al soldado Ryan, Balck Hawk derribado, Peral Harbor, Heat y Nacido el cuatro de julio, entre otras, impresionó a todo el equipo del film, en especial a Maria Molins, que es quien trabajó más con él. "Es una persona muy sencilla, que te mira a los ojos y valora la verdad del momento" dijo la actriz catalana. Acostumbrada más a los escenarios que a la gran pantalla, Molins destacó lo mucho que había aprendido de Sizemore y su método interpretativo. "Al formar parte del Actors Studio, no ensayan demasiado, pero después lo dan todo en el rodaje".
Sizemore interpreta al capitán de los brigadistas internacionales que se cruzan en el camino de los protagonistas. Él es la primera persona que trata bien a Dora y su personaje es clave en la evolución de la estrella femenina del film. Ahora bien, hay otro personaje destacado en El bosc que no se puede olvidar, el idioma, y así lo enfatizaron todos los presentes la semana pasada en la rueda de prensa.
"Es la primera película que se hace en 'aragonés oriental'", dijo orgulloso Sánchez Piñol, que creció en esa región. La lengua del Matarranya da credibilidad a esta historia de pasiones y a sus personajes. Sin embargo, "es fácil caer en la parodia, y esto es una dificultad", apuntó Àlex Brendemühl que, como Molins, tuvo que trabajar encarecidamente el acento antes y durante el rodaje. Una "e" abierta o cerrada lo era todo para la asesora lingüística que los ayudó durante todo el proceso, así que, como recordó Aibar, muchas veces tuvieron que repetir una escena sólo por el idioma. "Y a eso, yo que vengo de El Hospitalet, no estoy acostumbrado", bromeó el director.
El que no tuvo problema alguno fue Pere Ponce, natural de Tortosa, y con un dialecto muy parecido al de la película. El esfuerzo, comentó, lo tuvo que hacer cuando vino por primera vez a Barcelona para hacer teatro y le dijeron que tenía que hablar en catalán estándar. Con todo, el "matarranyès" es lo que da más riqueza a la cinta. "Hay una complicidad y una identificación con el lugar", afirmó Brendemühl, y además, reivindicó Aibar, "si en Único Testigo los personajes hablan un inglés con musicalidad alemana, completamente distinto del que pueden hablar los protagonistas de una película surfera ambientada en California; ¿por qué aquí sólo podemos tener un castellano y un catalán?".
De ahí la importancia que el director le dio a la versión original de la cinta que, de todos modos, tiene tres versiones para el cine: la versión doblada al castellano, que han hecho los mismos actores; la versión original en catalán, y la original con subtítulos en castellano. Así que ni idioma ni nada, no hay ninguna excusa para no ir a ver este mágico cuento que está estos días en las salas de cine de todo el país. Os dejamos con el resto de fotografías que hicimos durante la presentación de El bosc.
Sizemore interpreta al capitán de los brigadistas internacionales que se cruzan en el camino de los protagonistas. Él es la primera persona que trata bien a Dora y su personaje es clave en la evolución de la estrella femenina del film. Ahora bien, hay otro personaje destacado en El bosc que no se puede olvidar, el idioma, y así lo enfatizaron todos los presentes la semana pasada en la rueda de prensa.
"Es la primera película que se hace en 'aragonés oriental'", dijo orgulloso Sánchez Piñol, que creció en esa región. La lengua del Matarranya da credibilidad a esta historia de pasiones y a sus personajes. Sin embargo, "es fácil caer en la parodia, y esto es una dificultad", apuntó Àlex Brendemühl que, como Molins, tuvo que trabajar encarecidamente el acento antes y durante el rodaje. Una "e" abierta o cerrada lo era todo para la asesora lingüística que los ayudó durante todo el proceso, así que, como recordó Aibar, muchas veces tuvieron que repetir una escena sólo por el idioma. "Y a eso, yo que vengo de El Hospitalet, no estoy acostumbrado", bromeó el director.
El que no tuvo problema alguno fue Pere Ponce, natural de Tortosa, y con un dialecto muy parecido al de la película. El esfuerzo, comentó, lo tuvo que hacer cuando vino por primera vez a Barcelona para hacer teatro y le dijeron que tenía que hablar en catalán estándar. Con todo, el "matarranyès" es lo que da más riqueza a la cinta. "Hay una complicidad y una identificación con el lugar", afirmó Brendemühl, y además, reivindicó Aibar, "si en Único Testigo los personajes hablan un inglés con musicalidad alemana, completamente distinto del que pueden hablar los protagonistas de una película surfera ambientada en California; ¿por qué aquí sólo podemos tener un castellano y un catalán?".
De ahí la importancia que el director le dio a la versión original de la cinta que, de todos modos, tiene tres versiones para el cine: la versión doblada al castellano, que han hecho los mismos actores; la versión original en catalán, y la original con subtítulos en castellano. Así que ni idioma ni nada, no hay ninguna excusa para no ir a ver este mágico cuento que está estos días en las salas de cine de todo el país. Os dejamos con el resto de fotografías que hicimos durante la presentación de El bosc.
Os dejamos con el tráiler de la película:
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