Malo cansado de ser malo, malo que se siente solo. Malo que pone todo el status quo patas arriba para demostrar que es algo más que un malo y conseguir amigos. Malo que vive una gran aventura y, al final, se da cuenta de que ser malo puede ser, en realidad, bueno. La línea argumental de la nueva cinta de Disney es de lo más sencilla. Sin embargo, una idea simple tratada con originalidad puede acabar dando excelentes resultados, sobre todo si está en manos de la factoría Disney, cada vez más “pixarizada”. Dirigida por Rich Moore (Futurama, Los Simpson), ¡Rompe Ralph! es el juego de entretenimiento perfecto para estas navidades: diversión, aventura, encanto y ternura en un homenaje animado al mundo de los videojuegos arcade que entusiasmará tanto a los fanáticos del Pac-Man (el famoso comecocos) como a los que no han jugado nunca a Sonic.
Del mismo modo que en su momento entramos en el mundo de los juguetes cuando están solos, o al igual que vimos por qué los monstruos se dedican a asustar a los niños desde el armario de sus habitaciones, esta vez somos testigos de lo que sucede dentro de las máquinas de videojuegos cuando se termina el día y todos los niños se van a casa. Después de una larga jornada de trabajo destruyendo cosas, Ralph se siente desplazado por sus compañeros de juego, “los buenos”. Harto de que lo traten siempre como el malo y lo marginen, decide romper la regla principal del arcade y cambiar de juego para conseguir una medalla y demostrar que es un héroe. Sus acciones pondrán patas arriba todo su mundo electrónico, pero también originarán algunas escenas de lo más ingeniosas, como la divertida reunión de malos anónimos y la extraña relación entre dos personajes de juegos distintos.
En ¡Rompe Ralph!, la huella de la factoría de John Lasseter, que como en todos los últimos Disney vuelve a ser productor ejecutivo, se nota más que de costumbre. De antagonistas convertidos en héroes, como Ralph, tenemos también a los monstruos Mike y Sully, y en especial a Rémy, uno de los animales más asquerosos y odiados por la sociedad, la rata, que en Ratatouille se convertía en un encantador chef gracias a la magia del dibujo —y de Brad Bird—. Además, si ampliamos el ancho de búsqueda a aquellos protagonistas que rompen con la tradición y las reglas impuestas, también podríamos relacionar con Ralph aquella primera hormiga, Flick, con ganas de aventura y, por supuesto, a la princesa Mérida, dispuesta a cambiar el matrimonio por el arco. Poniendo punto final al símil Pixar, además, no podría faltar el maravilloso corto Paperman, previo a la proyección de la película. Delicado, encantador y mágico, perfecto entrante para el film que lo sigue.
No es de extrañar, pues, que ¡Rompe Ralph! acabe siendo una apasionante aventura de principio a fin, sin bajones en la narración, y con el añadido de la música de Henry Jackman, una mezcla de melodías épicas con toques electrónicos propios de las musiquillas de los videojuegos. Cerca está de las mejores bandas sonoras de animación del año, por detrás de los guardianes de Alexandre Desplat y de la épica escocesa de Patrick Doyle en Brave. Rich Moore, por su parte, se estrena en la dirección de Disney con notable alto y consigue firmar una de las mejores cintas de animación de todo el año y la apuesta más divertida, sin lugar a dudas, de estas navidades.
Lo mejor: la originalidad de la propuesta y las divertidas escenas que genera, además de la música de Jackman y el corto Paperman.
Lo peor: el tema principal de la cinta interpretado por el grupo español Auryn, mucho mejor en su versión original, con las voces de Owl City.
Nota: 8
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