El circo como comunidad. El circo como familia. El circo como modo de
reencontrarse a uno mismo. Esta es la base de la tercera entrega de
Madagascar. Una historia trillada en que los animales que anhelan volver
a su amado zoológico de Nueva York acaban deciendo quedarse con sus
nuevos amigos: una tropue de felinos rusos, pingüinos italianos y
caballos españoles (el circo, por cierto, se llama Zaragoza). Estos
últimos abrirán los ojos de Alex, Gloria, Marty y Melman, cuatro amigos
perdidos durante dos películas y que aquí llegan a su lugar de origen,
pero su estabilidad emocional no sera ésa.
Es un argumento que ya hemos visto muchas veces antes y también el cine de animación como en Cars y el personaje de Rayo McQueen encontrado su lugar en Radiator Springs. De hecho, la historia y la aventura narradas es algo típicamente americano: el valor de la familia, la unión y el amor para lograr los objetivos y ser feliz. Un conjunto de particularidades simbólicas que en el continente del subtítulo de esta tercera entrega (Europa) no tienen tanto efecto y, de hecho, suena hasta falso. Así pues, la base del film falla por completo y pretende engañar (y atrapar) al espectador con una historia repleta de sentimientos banales.
Ya quedó claro hace años que el cine de animación no es exclusivo de los niños. Pero en DreamWorks no parecen haber aprendido esta lección aún (tampoco con la sobrevalorada Cómo entrenar a tu dragón) y siguen ofrecienco productos poco originales, con guiones flojos y sin ningún ápice de interés fuera de sus buenos momentos de humor. Madagascar 3: De marcha por Europa tiene contiene algunos momentos destacables como el número final del circo, la huida del casino de Mónaco o la tierna historia de amor entre la osa del circo y el lémur.
Lo mejor: El diseño de los nuevos personajes, sobre todo, el león marino
Lo peor: Se conforma con la ley del mínimo esfuerzo
Es un argumento que ya hemos visto muchas veces antes y también el cine de animación como en Cars y el personaje de Rayo McQueen encontrado su lugar en Radiator Springs. De hecho, la historia y la aventura narradas es algo típicamente americano: el valor de la familia, la unión y el amor para lograr los objetivos y ser feliz. Un conjunto de particularidades simbólicas que en el continente del subtítulo de esta tercera entrega (Europa) no tienen tanto efecto y, de hecho, suena hasta falso. Así pues, la base del film falla por completo y pretende engañar (y atrapar) al espectador con una historia repleta de sentimientos banales.
Ya quedó claro hace años que el cine de animación no es exclusivo de los niños. Pero en DreamWorks no parecen haber aprendido esta lección aún (tampoco con la sobrevalorada Cómo entrenar a tu dragón) y siguen ofrecienco productos poco originales, con guiones flojos y sin ningún ápice de interés fuera de sus buenos momentos de humor. Madagascar 3: De marcha por Europa tiene contiene algunos momentos destacables como el número final del circo, la huida del casino de Mónaco o la tierna historia de amor entre la osa del circo y el lémur.
Es la
película ideal para los niños en estas vacaciones, pero, de todos modos,
mejor llevarlos a ver otra película que les enseñe algo más positivo
que valores tradicionales. La animación, eso sí, continúa siendo de
notable nivel con una estupenda recreación de varias ciudades europeas y
de la sabana africana al inicio. Un entretenimiento placentero, aún
así, se olvida al cabo de dos días.
Lo mejor: El diseño de los nuevos personajes, sobre todo, el león marino
Lo peor: Se conforma con la ley del mínimo esfuerzo
Nota: 3
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Otras críticas de la película:
- 'Madagascar 3, de marcha por Europa' - un espectáculo animado
Otras críticas de la película:
- 'Madagascar 3, de marcha por Europa' - un espectáculo animado
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