Tim Burton
ha vuelto. Uno de los directores con una legión de fans más acérrima y
entregada, aunque también odiado y menospreciado a partes iguales. El
cineasta californiano se recupera del bache iniciado con Alicia en el país de las maravillas, aburridísima adaptación de la novela de Lewis Carroll, y Sombras tenebrosas,
un producto insípido y con poco interés. Pero vaya, que alargara
Frankenweenie, un excelente cortometraje suyo de 1984, no parecía
indicar nada nuevo. Y me alegra poder decir bien alto que me equivocaba. Frankenweenie recupera al mejor Burton con tintes de crítica social, una estupenda galería de personajes y una gran cinefilia del terror.
Aquel
corto era con actores reales y su paso al largometraje es a partir del
stop motion, técnica con la que ya logró buenos resultados en La novia cadáver y Henry Selick hizo lo propio en la excelente Pesadilla antes de Navidad
(producida y ideada por Burton, no así dirigida). La técnica animada y
el blanco y negro (el 3D sí es muy prescindible) son dos herramientas
con las que Burton sale ganando y construye el gran homenaje al terror
clásico que es la película final. En la historia vuelve a
invocar a sus personajes excéntricos, divertidos y lúgubres, no solo los
trae de vuelta, sino que regresan con mucho interés, con la
originalidad pérdida hace más de una década y bajo un guión repleto de
buenos diálogos y gags ingeniosos.
Ahora bien, la gran baza de Frankenweenie
son los dos temas principales de la historia: la pérdida de una mascota
(con el trauma infantil que conlleva) y la crítica a la sociedad
estancada, con miedo al progreso y al conocimiento. El relato de Victor tiene una potente carga emotiva, nunca lastrada de una posible disneytización
(son los productores que despidieron a Burton en el 1984 por rodar ese
corto... ¡ironías de la vida!) que desemboca en una defensa sobre las
desigualdades y la aceptación de lo diferente. Ese mensaje
esperanzador cohabita en la fábula gótica con la sátira a la sociedad
del terror (brillante la escena de la reunión de padres) y el
anquisolamiento social representado por un profesor de ciencias europeo
ante los habitantes de un pueblo estadounidense poco propensos al avance
(la pelea intelectual entre continentes también está presente).
Frankenweenie derrocha amor, nostalgia y cine de terror.
Así pues, es una película difícil para los más pequeños, pero muy
disfrutable para todos los públicos, sobre todo el amante del género.
Sus continuos guiños como los animales revividos transformados en todos
los monstruos clásicos, sus gags como la murte de cierto personaje
conocido mundialmente y sus instantes de historia íntima conforman esos
tres vértices que pueden verse un poco diluidos en un final facilón y predecible. Excepto por el "pero" del final, el resto es extrapolable a Eduardo Manostijeras, una de las dos obras maestras de Tim Burton, film con el que tiene varias similitudes y de la cual también recupera al mejor Danny Elfman, el músico firma una estupenda banda sonora llena de matices.
Frankenweenie
no decepcionará a los fans de Tim Burton y recuperará la fe de algunos
que habían perdido el respeto y encanto por el cineasta. La
perfecta muestra de que alguién con gran potencial no pierde la
originalidad ni el talento de la noche a la mañana y encima alargando
una joya previa del propio autor. El cine de Burton se recupera, coge un soplo de aire fresco y resurge del ostracismo en que parecía haberse quedado enquistado.
Lo mejor: La escena de la reunión de padres
Lo peor: El uso del 3D no aporta nada en absoluto
Nota: 8
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Otras críticas de la película:
- Frankenweenie - regreso al stop-motion
Otras críticas de la película:
- Frankenweenie - regreso al stop-motion
Qué ganas de verla!!!
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, me encantó Frankenweenie y me parece una película completa que recupera el universo personal de Burton.
ResponderEliminar¡Saludos!