Sorrento; una villa en medio de un limonar; una banda sonora italiana que desprende amor; una historia romántica de pies a cabeza, a pesar de sus toques dramáticos. Amor es todo lo que necesitas es el regreso de Susanne Bier a la comedia romántica desde Den eneste ene en 1999, y no hay otra forma de calificarla pues la misma directora asegura que era lo que pretendía hacer. Tenemos ante nosotros todos los elementos del género que dan como resultado una muy notable película que encandila por su encanto y cercanía con el espectador. Sencilla, pero agradable.
El paisaje, un idílico lugar en la costa italiana, es el perfecto escenario para el encuentro y el enamoramiento de los principales protagonistas. Dos almas dañadas que se reúnen para la boda de sus respectivos hijos y se conocen profundamente más allá de las meras apariencias, más allá del serio y ocupado hombre de negocios y de la peluquera abandonada por su marido. El intimismo y la sencillez de sus encuentros y conversaciones (el baño en la playa, el paseo bajo los limonares e incluso la proposición final en la peluquería) acentúan el realismo del film, que denota verosimilitud y se aleja del perfeccionismo y la extravagancia de los finales románticos de Hollywood.
En ese papel los actores trabajan fluidamente, para nada forzados, y rezuman química; Trine Dyrholm equilibra perfectamente el optimismo de su personaje con las desgracias que sufre, no sólo el engaño de su marido sino también el sufrimiento del cáncer. En este sentido, la directora no se recrea en un tema delicado como el de la enfermedad, no pretende hacer llorar en ningún momento; se trata tan sólo de un tema más para demostrar las ganas de vivir y el espíritu alegre del personaje. Por su parte, Pierce Brosnan se mueve en aguas familiares en un papel que le viene como anillo al dedo y que recuerda en cierta manera al que ya hizo en 2008 en Mamma Mia!
De todas formas, ésta no es una película de pocos personajes sino que se compone de un gran reparto coral que ponen la guinda al pastel, desde los encantadores e inexpertos prometidos hasta los papeles más hilarantes. Son Kim Bodnia y Paprika Steen los que consiguen que el romance derive también en comedia; sobre todo ella, como la tía del novio y cuñada de Brosnan, aporta el divertimento a las escenas más naturales, ya sea el discurso de la cena, la relación con su hija o su constante insinuación a Phillip. Un personaje irritable pero que saca alguna que otra sonrisa.
En suma, cada una de las situaciones que componen la película, cada uno de los enamoramientos, desenamoramientos y malentendidos da lugar a una dulce película que combina alegría y drama en sus justas dotes. La naturalidad del film, juntamente con su gran reparto, desarrolla un producto agradable, cándido y para nada azucarado, que deja al espectador con un buen sabor de boca.
Nota: 8
Alejandra Diez
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