Algunos
intelectuales sostienen que el cine es un producto ideológico para indicir en
la mente humana y el razonamiento de los espectadores. Soy muy crítico con
estas tesis porque amo al cine como arte, lo que es. Eso sí, en Hollywood sí se
estila crear películas que se rigen más por sus pretensiones que por la
vocación de sus cineastas. Claros ejemplos son la esperpéntica The blind side
sobre el sueño americano, la estúpida Criadas y señoras sobre las diferencias
raciales u Objetivo: La Casa Blanca con el patriotismo ante la amenaza
terrorista enemiga.
El nuevo film de
Antoine Fuqua ofrece un cóctel no apto a este lado del Atlántico: presentación
de Estados Unidos como la cuna del mundo libre y pacífico versus países con
llenos de terroristas (simplemente, los coreanos hacen en la película lo que
ellos hicieron en Irak), alabanzas en todo momento a Dios, héroe blanco que
redime sus traumas salvando a toda la nación y niño (el hijo del presidente)
con muchas lágrimas que aportar. ¿No es suficiente? Pues hay la bandera
desmembrandose, discursos irritables y traidores que encuentran su redención
antes de morir. ¡Hasta se usan cornetillas en la banda sonora!
Las intenciones de
la película son totalmente deplorables y algunas hasta denunciables. ¿La
gracia? Objetivo: La Casa Blanca deja un listón alto en el cine de acción. Su
trama avanza a un ritmo vertiginoso, todos los personajes funcionan, la acción
transcurre acertadamente en todos los segmentos y quedan imágenes para el
recuerdo como el obelisco derrumbándose o el asalto a la Casa Blanca. La
dirección de Fuqua es impecable, con estilo ochentero y con buen uso de los
efectos especiales, y mantiene un pulso frenético con momentos de lucidez como
toda la primera hora del asalto.
Sin tanto afán en
búsqueda de un patriotismo exacerbado y habiendo apostado por una historia con
fondo que forma, estaríamos probablemente ante una de las mejores películas de
acción de los últimos años. Bebe mucho de la magistral serie 24, pero no su
esencia: ese estudio político social de la sociedad del terror. Aquí solo hay
disfrute contínuo para decir, a veces literalmente, que buenos somos nosotros y
que malos el resto.
Sinceramente,
películas como Objetivo: La Casa Blanca no tienen mucho sentido en Europa y el
resto del mundo fuera de las fronteras estadounidenses. El punto a favor es que
es un entretenimiento de factura impecable con un elenco que funciona y
múltiples bromas involuntarias (donde ahí se emocionan, aquí reímos a
carcajada). Dios bendiga esta crítica y Dios bendiga los Estados Unidos de
América.
Lo mejor: El pulso
narrativo de Fuqua para la acción
Lo peor: ¡Basta de
tanto patriotismo!
Nota: 5
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