Desde este blog ya son varias las veces que he defendido al cine español. Una cinematografía con grandes películas, buenas, malas y desastrosas. Como en todos los países (USA, Francia, Alemania o Japón...). Llevamos un año un poco flojo, donde lo más (y casi único) destacable es la estupenda Els nens salvatges, la decepción de Sueño y silencio, la inteligente Extraterrestre, la muy eficaz Grupo 7 y la divertidísima [REC] 3:Génesis. Estoy harto de leer que el cine español es malo solo porque se estrenan cosas como Impávido o productos puramente taquilleros como Tengo ganas de ti. Y luego está el público que se encandila del buen cine español, pero no del grande: aquel que logra el éxito como Ágora, El orfanato o Luces rojas... y saca de su boca el peor comentario de este país: "Pues no parece española".
Y fuera de grandes películas personales como Pa negre, obras de grandes cineastas como La piel que habito o excelentes acercamientos a géneros poco explotados como Celda 211, el cine español actual vive un momento de experimentación de nuevas formas, estilos y recursos narrativos. Y de eso trata el arte: de evolucionar, explorar nuevas formas de transmitir y no jugar de forma artificiosa con los sentimientos ni reproducir sistemáticamente un modelo como si de una fábrica se tratara. En Francia se hizo a partir de los 50 con la llegada de la nouvelle vague (Godard a la cabeza), en Italia en los 60 con el neorrealismo (De Sica como mentor), en Hollywood en los 70 con el cambio de rumbo (los tres italoamericanos, más el tándem Spielberg/Lucas y gente como Lumet o Hooper). Y, en nuestro país, como todo llega tarde, parece ser que será en los 2000 y ahora cuando tengamos este momento de brillantez cinematográfica. Total a Buñuel lo echamos a patadas hace décadas...
Algunos de ellos son Javier Rebollo, Marc Recha, Jaime Rosales... y Pol Aregall y Yonay Boix apuntan maneras. Han estrenado este viernes en salas y en Internet su primer trabajo como directores: Amanecidos. En él, rehuyen de convencionalismos y apuestan por desgranar las inquietudes, problemas y vivencias de la juventud española de hoy en día mediante una serie de cápsulas de cino parejas distintas, aparentemente, sin relación alguna. Ahora bien, todas ellas componen un mosaico verosímil y realista de la juventud sin el morbo de la deplorable Mentiras y gordas o los artificios ñoñas del díptico 3MSC/TGDT. Una natrulidad lograda, en parte, por las mismas dudas y sentimientos que albergaban a los dos autores antes y durante el rodaje del film.
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Amanecidos coloca otro pinito en la cinematografía española (y catalana), como los 13 de Puzzled Love (de la que os hablaba hace unos días) o Agustí Vila y su La mosquitera, por citar un par de ejemplos más. Han hecho una sola película, pero ya preparan la segunda y prometen mucho, así que Pol Aregall (ahora pasado a director de fotografía) y Yonay Boix ya pueden inscribirse en esta preciada (y poco valorada) lista.
Lo mejor: La verosimilitud y naturalidad ofrecida por los actores y la pareja de jóvenes directores
Lo peor: No todas las cápsulas son igual de potentes
Nota: 7
PD: Los que no viváis en Madrid o Barcelona, abrir una pestaña nueva, entrad en Filmin y dadle una oportunidad.
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