El fin de semana pasado llego a nuestras pantallas La chispa de la vida, el nuevo trabajo del director Álex de la Iglesia tras su marcha de la Academia de Cine Español. El año pasado firmó una loable metáfora sobre el tardofranquismo con un triángulo amoroso inolvidable en la irrepetible Balada triste de trompeta -por la cual ganó el premio al mejor director y guión en Venecia- . Con esta comedia dramática baja el listón, pero ofrece un digno entretenimiento con bastantes puntos fuertes.
La chispa de la vida arranca con la historia de Roberto, un publicista en paro, deprimido, al cual todo el mundo rechaza y busca una escapatoria en Cartagena, para celebrar su aniversario de matrimonio. Donde estaba el hotel de su luna de miel, ahora hay un museo y, allí, por un absurdo accidente, su cabeza queda clavada en un hierro de la obra. Esta premisa le sirve a de la Iglesia para derrochar toda su mala leche y acechar a todo el que se ponga por delante.
Álex de la Iglesia es uno de los directores más imaginativos, reveladores e innovadores del cine español por razones que ahora no vienen a cuento. Solo destacar que su sello propio, entre el cine de autor y el cine comercial, le garantiza el benéplacito de buena parte del público y a él le permite explorar sus inquietudes desde distintos puntos de vista. En esta ocasión vuelve con la comedia dramática o, casi, con el melodrama puro y duro con tintes de comedia negra.
De la Iglesia logra mantener la atención del espectador a lo largo del film y ofrece dos tipos de dirección totalmente distintas: la primera, antes del accidente, mucho más intimista, propia del drama social; la segunda más cercana al thriller cómico donde el ritmo no decae y el foco de atracción continua intacto. Luego ya derrocha un arsenal de melodrama de factura impecable. Su trabajo tras la cámara es muy loable, su tramo inicial es estupendo con unos planos muy bien logrados.
El problema de la película es el guión y el poco partido que le saca el director vasco al material. La premisa tiene mucho jugo y la crítica social es dosificada en muchos ámbitos, pero presente en cada escena y ofrece una gran carga que no deja títere con cabeza. Pero todo son pinceladas cortas, con subrayados innecesarios y, peca (y mucho) de obviedades y de decir las cosas de forma muy masticada. Por tanto, el libreto tiene un gran punto a favor -su premisa y crítica social- pero su mayor punto débil es como ésto se lleva a cabo.
La gran galería de personajes es inmensa y añade originalidad y evita que la cinta caiga en la monotonía -se van alternando de forma estupenda para no sobrecargar con un personaje- y todos ellos son las piezas que sirven para poner en entredicho nuestro sistema comunicativo, empresarial, político, cultural, social y laboral. Juraría que nunca antes en tan poco tiempo se había criticado tanto. Con todo, tiene grandes momentos como el de la entrevista, su final demoledor o las conversaciones telefónicas del representante.
Pues esta amalgama de personajes tiene un gran grupo de actores detrás: Blanca Portillo -divertidísima- , Fernando Tejero -el mejor personaje de todos- , Antonio de la Torre, Santiago Segura, Joaquín Climent o Nerea Camacho ofrecen muy buenas maneras. El protagonista José Mota está muy bien en su papel, histriónico cuando debe y controlado cuando toca, su nominación al Goya es todo un reconocimiento y si gana no sería nada injusto. Salma Hayek cumple con creces, también histriónica y comedida en la justa medida, pero su nominación aquí sí es más exgaerado y más si Clara Lago (La cara oculta) se queda fuera. Del apartado técnico hay que destacar la notable música de Joan Valent que impone ritmo y melodrama al desarrollo con estupendas partituras y la fotografía de Kiko de la Rica con tonos oscuros como reflejo de la miseria humana.
La chispa de la vida no es la gran comedia del año ni el drama social perfecto, pero es un producto estimable que merece su visionado y supone un buen ejemplo de cine español de entretenimiento de calidad, cuando cine y público se dan la mano. Podría haber dado más de si, cierto, pero sus puntos fuertes pesan más que sus puntos débiles.
Lo mejor: El tono del tramo inicial y la entrevista
Lo peor: A veces, el material se da demasiado masticado
Nota: 6
Hola!
ResponderEliminarLa vi la semana pasada y esta película tiene el poder de hacerte reflexionar, una vez se sale del cine, acerca de todo lo que-como bien dices- se critica en la película. Me encantó. Destacaría también el papel de José Mota, al que siempre habíamos asociado a la comedia más 'simplona' de sus programas de humor en TVE.
¡La recomiendo a todos!
Sí, yo también la recomiendo. Creo que la crítica es implacable tanto a los políticos y periodistas oportunistas como a ese público sádico que es el que alimenta tanta telebasura en nuestra sociedad actual. La visión tan ácida de toda esta fauna me ha recordado mucho a Berlanga, especialmente el de "Plácido" y, evidentemente al Wilder de "El gran carnaval" y "En bandeja de plata" (como ya se ha señalado en otros medios). Mi escena preferida también es la de la entrevista, que me emocionó profundamente. Y, finalmente, quiero destacar la grandísima actuación de José Mota, como decís, contenido e histriónico según el momento. Será totalment merecido si le conceden el Goya al actor revelación.
ResponderEliminarY donde dejais la actuacion de salma, convincente, impecable, llena de credibilidad.
ResponderEliminarOs recomiendo tambien
Sí, yo también encuentro muy buena la actuación de Hayec. Me sorprendió, la verdad, como toda la película, que me encantó. Quizás sí que da algunas cosa demasiado msaticadas, pero creo que es parte de esta gran exageración que muestra de la Iglesia. Es ese humor tan ácido que dice Gustau, tan típico en las películas de Berlanga. José Mota tiene todos los puntos para ganar el Goya revelación, y se lo merece, aunque también me gustaría que se lo llevara Adrián Lastra por su genial papel en 'Primos'.
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