Teatro, guerra de sexos y dominación. Después de la estupenda Un dios salvaje, Roman Polanski se ha vuelto a subir al escenario para adaptar la obra La venus de las pieles de David Ives, un texto que a su vez se basaba en la novela de Sacher-Masoch. Esta vez, sin embargo, y como ya hacía Ives en su adaptación, el director polonés rompe la cuarta pared del teatro y hace confluir realidad y ficción en 96 minutos de pura intensidad interpretativa que merecen la pena ser vistos, disfrutados y aplaudidos.
Una peculiar actriz convence a un director de escena para que le deje hacer una audición para su obra. La pieza, la primera que dirige el dramaturgo, es La venus de las pieles, clásico de la literatura del siglo XIX que trata el amor desde la dominación, el dolor y el placer ―de ahí que el autor, Masoch, diera nombre al término “masoquismo”―. Este es el punto de partida de la película o, más bien, el de un ejercicio de teatro dentro del teatro, una impecable batalla entre hombre y mujer, actriz y director, pasión y dominación, realidad y ficción.
A nivel argumental, la historia no deja de plantearnos de nuevo la vieja guerra entre sexos, aunque lo hace de un modo más que original. En realidad, la película de Polanski no deja de ser un análisis de... (continuar leyendo)
Lo peor: un final demasiado pasado de vueltas.
Nota: 8
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