Sin ánimo de ser reduccionista, existen dos visiones hacia el cine francés. Unos, normalmente desde la profunda ignorancia, pregonan que las películas del país vecino son lentas, filosóficas, aburridas y, en definitiva, malas; todas ellas. Por otra parte, otra parte del público, mayoritariamente cinéfilos de pro, consideran que es la mejor cinematografía del mundo y todos sus filmes son estupendos. Los del primer grupo no tienen nada de razón, claro está. Pero los del segundo tampoco aciertan del todo. Thérèse D. es un buen ejemplo de ello.
Lo mejor: Los registros anímicos de Tautou
Lo peor: Un ritmo pausadísimo
Nota: 4
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