En 2010 —aunque en nuestras salas la hayamos visto tan solo hace unos meses— el director Derek Cianfrance nos contó una historia de amor sin tópicos, con muchas sombras y, lo más importante, sin dejar de grabar después del “sí, quiero”. Tres años después de Blue Valentine, Cianfrance vuelve a utilizar una de sus mejores virtudes como cineasta, la del relato y el montaje de historias vitales, para traernos su nueva película, Cruce de caminos. Protagonizada de nuevo por Ryan Gosling, a quien esta vez se suman Bradley Cooper, Eva Mendes y Dane DeHaan, entre otros, el título original de la cinta es The Place Beyond the Pines, que hace referencia a la situación geográfica —el lugar más allá de los pinos— de la pequeña ciudad donde transcurre toda la acción: Schenectady.
Como cualquier otra ciudad o pueblo, en este caso, Schenectady sirve al director de microcosmos para contar al espectador tres vidas, tres vidas unidas por pequeños instantes, casualidades o el destino —cada uno que le ponga el nombre que quiera—, y a la vez tan distintas las unas de las otras. Sin querer desvelar demasiado acerca del argumento, diremos que Cruce de caminos narra la historia de un motorista especialista (Gosling) que deja su trabajo en el circo para dedicarse a robar bancos y conseguir el dinero que necesita para cuidar de su hijo recién nacido. Las actuaciones de éste acabarán por cruzarse con las de un joven policía (Cooper) con grandes ambiciones dentro de un departamento lleno de inspectores corruptos.
Lo mejor: el montaje entre las distintas escenas y las historias de cada uno de los personajes.
Lo peor: el personaje del hijo de Bradley Cooper, muy superficial y tópico con respecto al resto de protagonistas, más trabajados y complejos en sus actuaciones y decisiones.
Nota: 7
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