Algunos lo llaman “el más allá”, otros “la isla de los bienaventurados”. Según la fe cristiana, sería algo así como el paraíso o el cielo. El tema mítico de los Campos Elíseos —o dicho de otro modo, Elysium— hace referencia, de manera generalista, a la tierra de la felicidad absoluta y de la buena vida, el lugar donde iban a parar determinados héroes después de la muerte. Parece ser que el director sudafricano Neill Blomkamp se ha basado en esta concepción para dar nombre a su segundo largometraje, una cinta de ciencia ficción brillantemente dirigida que vuelve a tratar un tema tan cercano a la actualidad como es la enorme brecha de separación entre el mundo de los privilegiados y el de los marginados y subdesarrollados. La contraposición entre metrópolis y colonia vuelve a coger forma en la nueva película del director de Distrito 9, y lo hace bajo el muy apropiado título de Elysium.
Año 2154. Los habitantes más ricos de la Tierra han marchado del planeta y se han instalado en una estación espacial llamada Elysium, donde no les falta de nada y, hecho importante, nos les puede pasar nada. El resto de habitantes, sin posibilidad legal alguna de convertirse en ciudadanos de Elysium, tienen que continuar viviendo en la ahora destruida Tierra, luchando contra enfermedades, violencia y escasez de recursos. Todo esto cambiará el día en que Max decida embarcarse en una misión para llegar hasta la estación espacial, cueste lo que cueste, y poder salvar su vida y, de paso, la del resto del planeta. Matt Damon es el encargado de dar vida a Max, mientras que Jodie Foster y Sharlto Copley intentarán por todos los medios impedir que el protagonista consiga llevar a cabo su cometido.
Después de tanto tiempo esperando el nuevo film de Neil Blomkamp, Elysium llega con fuerza como película de acción y ciencia ficción. El director utiliza de nuevo el mensaje de contraposición entre rico/privilegiado/humano y pobre/marginado/alien, siempre aplaudido, y lo envuelve en una más que correcta película, entretenida y muy bien filmada. No obstante, District 9 continúa siendo muy superior —en contenido y tratamiento—, a la nueva cinta del director. ¿Por qué? Parece ser que con Elysium Blomkamp ha preferido dar más importancia a las escenas de acción y a la superficialidad “mesiánica” de la propuesta que al verdadero centro de la historia: la revolución de una mayoría de la población que lleva años abandonada entre las miserias de Tierra, unas miserias creadas —a veces parece que muy minuciosamente— por esa misma minoría que aquí vive en el paraíso de los humanos.
A pesar de todo, Blompkamp no defrauda y hace de Elysium un blockbuster de calidad por encima de la media. Entre otras cosas, tiene para demostrarlo la presencia de un muy activo Matt Damon, estupendo en cualquier tipo de género que haga, la de una Jodie Foster aquí sin escrúpulos y, sobre todo, la de un soberbio Sharlto Copley, protagonista de Distrito 9, que demuestra que también sabe hacer de malo… muy malo. Eso sí, la película ganaría mucho más si se obviaran los flashbacks un tanto mesiánicos sobre el destino del personaje principal, que no hacen más que perjudicar el montaje final y erosionar la contraposición entre los dos mundos que se nos presentan en el film, una contraposición, en realidad, no suficientemente explotada.
Lo mejor: la cámara de Blomkamp, la dirección de arte y Sharlto Copley.
Lo peor: el carácter “mesiánico” que envuelve al personaje, sobre todo por culpa de unos flashbacks demasiado forzados e innecesarios.
Nota: 7
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