El viernes os propuse un Enigma Rosebud muy fácil. Un fotograma con todos los protagonistas de la película y siendo un plano tan característico del film: la cena de presentación de esta historia tan turbulenta y conmovedora. La película, como adivinó Gustau, es El vientre del arquitecto del director galés Peter Greenaway. Empecemos el especial de la película con el fotograma en cuestión.
El vientre del arquitecto narra la historia de Storuley Kracklite (soberbio Brian Dennehy), un arquitecto enamorado de la obra de Étienne-Louise Boullée (un compañero de profesión de dos siglos anteriores), que viaja junto a su mujer a Roma para preparar una exposición retrospectiva de la obra arquitectónica del francés. Su mujer, Louise, iniciará un idilio extramatrimonial con Caspasian Speckler, otro arquitecto, más vivaz y menos obsesivo. Unas de las películas más aplaudidas y aclamadas de Peter Greenaway, nominada a la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Obra de uno de los directores vivos más grandes de la historia del cine. De aquellos que prefieren crear a inventar a satisfacer y acomodar. Hacer sentir.
Lo primero, es la mejor película de 1987. Un canto a la belleza, al arte, al amor por lo material y sentimental proyectado en la obra de un ser humano. Una terrible historia sobre la desesperación personal y el desazón que produce la obsesión por el trabajo y el triunfo personal. No hay nada que ganar y todo por perder. Eso le sucede al protagonista. Un viaje épico (con el fondo de la tragedias grecolatinas de fondo) a la introspección de un hombre sobrepasado por sus aspiraciones y el amor por el arte.
Esta magnífica historia cobra mayor cometido gracias a la magistral dirección de Peter Greenaway que elabora uno de los mejores juegos de planos de la historia del cine. Todo el metraje es una sucesión de planos estáticos con movimiento solo de los personajes. Se yuxtaponen unos a otros. Todos tienen una precisión formal exquisita: todos son simétricos o con una asimetría perfecta. Greenaway imprime una vocación arquitectónica en todos ellos, evoca un amor por la belleza como el que siente su personaje. Quiere que el espectador lo sienta, se acerque a esa espiral de emociones tan poco explotada en un arte tan devaluado como el cine.
De hecho, el diretor galés ha manifestado en muchas ocasiones que el cine está muerto. Razones no le faltan. Ahora su cine y el de otros (Lynch, Haneke, Anderson, Fincher, Mallick, Alomdóvar, Von Trier...) lo desmienten. Greenaway construye en El vientre del arquitecto un soberbio trabajo, una obra maestra sin precedentes directos en que la arquitectura, la fotografía, la música y el cine se unen en un todo en que la lucidez y la sugerencia son las bases de esta obra. La excelente banda sonora de Wim Mertens y Glenn Branca es el mayor soporte para el desarrollo de la película, unas partituras que aúpan la belleza de las imágenes y la precisión arquitectónica de los planos, unas notas que ensalzan las emociones a cotas máximas, una música que recrea una atmósfera opresiva, introspectiva, desgarradora, triste y sumamente evocadora.
El cine no está muerto, pero no lo está gracias a contadas películas que nos llegan como ésta. Cintas que hacen soñar. Reflexionar sobre el arte. Pensar sobre la condición humana. Sobre las aspiraciones personales. Sobre la belleza, algo tan maravilloso y a la vez fútil. El vientre del arquitecto es de aquellas películas que han llegado a la máximo cota de lo que el cine puede llegar algún día. Al éxtasis de la creatividad. A la excelencia en su puesta al día de lo auspiciado por el ser humano. A la máxima pasión del artista por contar una historia.
Para terminar este artículo, lo mejor será evocaros la balleza del mundo en que vivimos con una de las bazas de la película: su música.
PD: ¿Sois fan de Peter Greenaway? ¿Qué pensáis de sus siempre polémicas declaraciones?
De hecho, el diretor galés ha manifestado en muchas ocasiones que el cine está muerto. Razones no le faltan. Ahora su cine y el de otros (Lynch, Haneke, Anderson, Fincher, Mallick, Alomdóvar, Von Trier...) lo desmienten. Greenaway construye en El vientre del arquitecto un soberbio trabajo, una obra maestra sin precedentes directos en que la arquitectura, la fotografía, la música y el cine se unen en un todo en que la lucidez y la sugerencia son las bases de esta obra. La excelente banda sonora de Wim Mertens y Glenn Branca es el mayor soporte para el desarrollo de la película, unas partituras que aúpan la belleza de las imágenes y la precisión arquitectónica de los planos, unas notas que ensalzan las emociones a cotas máximas, una música que recrea una atmósfera opresiva, introspectiva, desgarradora, triste y sumamente evocadora.
El cine no está muerto, pero no lo está gracias a contadas películas que nos llegan como ésta. Cintas que hacen soñar. Reflexionar sobre el arte. Pensar sobre la condición humana. Sobre las aspiraciones personales. Sobre la belleza, algo tan maravilloso y a la vez fútil. El vientre del arquitecto es de aquellas películas que han llegado a la máximo cota de lo que el cine puede llegar algún día. Al éxtasis de la creatividad. A la excelencia en su puesta al día de lo auspiciado por el ser humano. A la máxima pasión del artista por contar una historia.
Para terminar este artículo, lo mejor será evocaros la balleza del mundo en que vivimos con una de las bazas de la película: su música.
PD: ¿Sois fan de Peter Greenaway? ¿Qué pensáis de sus siempre polémicas declaraciones?
Yo sólo he visto El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante y todavía sigo impresionado por su estética y la estupenda banda sonora de Michael Nyman.
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