Propuesta radical con opiniones radicalizadas. Holy Motors se ha coronado como la gran ganadora del Festival de Sitges (al ganar los premios a la mejor película y al mejor director) tras su paso por el Festival de Cannes; en ambos certámenes ha obtenido críticas muy entusiastas y otras tildándola de pretenciosa y vacía. Un servidor se sitúa en el primer grupo por su potencial visual, su atmósfera inquietante y su capacidad artística de perdurar en tu
retina y pensamientos días y días después de su visionada (y para bien, no para
mal). El último trabajo de Leos Carax es un ejercicio cinematográfico de primer
orden, una experiencia sensorial muy potente que no deja indiferente a nadie.
Con una premisa formal parecida a la de la decepcionante y tediosa Cosmópolis, el viaje de un hombre en una una limusina a lo largo de 24 horas, Holy Motors se sustena por su puesta en escena, la radicalidad de su narrativa y la ruptura de moldes establecidos. Este viaje enigmático e hipnótico en limusina tiene como protagonista un hombre al que vemos metamorfosearse en distintos personajes y se mueve por escenarios poco ortodoxos en algunos casos. Ese periplo es posterior a un prólogo excelente, el mejor desde Melancolía (sí, es muy reciente, pero ambos inicios son dignos de veneración): una sala con un patio de butacas lleno, un hombre se acerca (¿el propio Carax?), lo que queda claro es que es un ejercicio de metacine ejemplar que evoca al David Lynch de Mulholland Drive.
Las nueve misiones, vidas, personalidades o lo que
realmente sean las nueve “bajadas” de la limusina de Oscar, el protagonista,
son puro arte: reflexión y fascinación. Es un viaje extrasensorial con muy
buenas dosis de humor, cargado de crítica social y política, con un ritmo
narrativo bien empleado y un excelente montaje; cuatro pilares que cimientan
una obra inclasificable, rupturista y visceral. La doble identidad, el mundo de
la fama o lo relativo a lo virtual son algunos de los juegos que nos propone
Carax, de los que se ríe y crea instantes antológicos como una vuelta de tuerca
a La bella y la bestia con connotaciones religiosas y erección incluida.
Fuera del gran trabajo de Carax en dirección
(planteamiento del espacio, de la estructura narrativa, de las pretensiones
artísticas), la cinta tiene otro gran aliciente y es el impresionante trabajo
interpretativo de Denis Lavant (fetiche del cineasta). El actor es capaz de
desarrollar hasta diez personajes con mucha versatilidad y con gran holgura,
sin problemas y con gran carga expresiva. Cuando Lavant cierra su viaje, su chófer
estaciona la limusina y ahí empieza el epílogo del film: una escena surrealista
(y van unas cuantas en la película) que define a la perfección las intenciones
de Holy Motors y cierra con brío el metraje.
Holy Motors nunca abandona al espectador, siempre
le sorprende con algo nuevo, se aleja de lo tedioso para dirigirse a lo
seductor. La película se erige como una obra experimental, un film de aquellos
que buscan la evolución del séptimo arte y huir del estancamiento al que está
sometido este arte. Pasados los minutos tras acabar su visionado, la película fascina aún más. Pasadas las horas, sigues sin quitártela de la cabeza. Pasados
los días, se convierte en uno de los títulos del año. Los recovecos de esta
obra magna perdurarán mucho tiempo.
Lo mejor: Cala muy hondo
Lo peor: Cerrarse ante la radicalidad de la
propuesta
Nota: 10
PD: A partir de ahora, los redactores del blog os colgaremos las críticas de películas que hacemos para otra página web donde trabajamos/colaboramos. Es MySofa. Así, compartiremos todas nuestras opiniones de los últimos estrenos y podréis saber más sobre nuestros gustos y encontrar en nuestro blog las críticas de la mayoría de estrenos.
El contenido de esta entrada pertenece a MySofa. Consúltalo aquí: http://blog.mysofa.es/2012/10/sitges-2012-holy-motors-una-de-las-peliculas-del-ano/
Holy Motors es la pelicula de la discordia, El árbol de la vida de este año. Una peli que utiliza un nuevo lenguaje cimentado en un estilo visual muy potente y rompedor, y que, como espectador, te obliga a salir de tu zona de confort. Cada vez que me sueltan el “¿me la recomiendas?” sólo comento que creo que es una película tan bizarra, original y transgresora que merece la pena verla.
ResponderEliminarAunque algunos se escuden en el intelecto, al final, lo que inclina la balanza hacia el si o el no son la personalidad y los gustos personales de cada cual. En mi caso, no me fio de análisis sesudos, sino de mi intuición, de la sensación de plenitud y serenidad que sentí después de verla (y que no suelo experimentar habitualmente) y de los matices que ha ido ganando con el paso de las horas. Con eso es con lo que me quedo.
Who-were-we-when-we-were-who-we-were-back-then greetings ***
No me gusta llamarla El árbol de la vida de este año, porque hay algún otro título de este calibre y porque deberían haber más. El problema es que no decimos que Argo es el "tal" de este año porque se hacen tropecientos repitiendo fórmulas o que "Skyfall" es el "tal" de este año.
ResponderEliminarCreo que es una película que hay que recomendar, claro que sí. Puedes saber de antemano que a gente no le va a gustar (gente concreta que conozcas) pero si te gusta no puedes dejar de recomendarla.
Esto daría para horas y horas... pero no creo que nadie se agarre al intelecto para defenderla. Cada cual la venera o la odia según lo que le gustó al verla y al conmocionarle a lo largo de los minutos sucesivos y los días. Guste o no, lo que queda claro es que si alguien ama el cine y quiere que sea el séptimo arte de verdad, tiene que reconocer que ese es el camino.
Lo siento Alain, pero no coincido en absoluto con tu opinión sobre esta película. Esto de acuerdo que el cine para avanzar necesita riesgo, innovación, experimentación, pero eso no significa que cualquier propuesta no convencional sea una obra de arte. Y mucho menos cuando la pretenciosidad y petulancia nos muestran un producto libre pero absolutamente vacío. Film fallido en sus intenciones, absurdo, irritantemente grotesco,no revoluciona el lenguaje cinematográfico y encima carece de la más mínima emoción. Y presenta como característica principal lo peor que le puede suceder a una película: ser terriblemente aburrida.
ResponderEliminarA los pocos minutos ya deseas que se acabe, pero has de pasar un suplicio de casi dos horas, con escenas tan tópicas y vacias como la del baile con los trajes de lucecitas o la tediosa escena con Kylie Minogue cantando. Y el colmo de los colmos llega con la pretendidamente original escena final, que remite a la mucho más divertida "Cars".
He leído que Carax, entre sus muchas pretensiones, con esta paja mental pretendía hacer un homenaje al cine (la nueva forma de verlo fuera de las viejas salas, el actor que vive sucesivas vidas, etc), pero no hay duda que ha conseguido un homenaje al cine pero sin nada de cine, sin pasión, sin emoción, sin belleza, sin diversión, sin arte en definitiva. Creo que el amor al cine lo plasmó mucho mejor Truffaut en su "Noche americana" o más recientemente Scorsese en su monumental "Invención de Hugo", un canto a la ilusión, a la magia del cine, que el Sr. Carax no sólo ignora sinó que destruye en su pretencioso intento.