'The artist', el miedo a cambiar con enamoramiento al cine

Desde su presentación presentación en el Festival de Cannes donde recibió elogiosas críticas y el premio al mejor actor, tras su paso por distintos festivales, el rebomborio que causa allí donde se proyecta y su inicio pletórico en la carrera de los premios de este año (Críticos de Nueva York, Críticos de Washington y EFA), a uno le entran muchas ganas de ver esa pelíucla muda, en blanco y negro que habla del cine de la que todos hablan. Y, claro, las expectativas y el miedo a que defraude son máximas. ¿El resultado? The artist, es una de las mejores películas del año, sin más.

Con todo, esperaba encontrarme una película que homenajeaba al cine clásico con tópicos y sin ninguna pretensión más que gustar por su belleza visual (muda, en blanco y negro). Pero todo lo contrario, es cierto que esto está, pero hay mucho más. Lo que más me ha gustado es su historia sobre un hombre con miedo a cambiar, a conocer cosas nuevas, a evolucionar. Y este personaje se mueve en el Hollywood clásico en los años del paso del cine mudo al sonoro y todo está narrado con una imagen preciosista y deslumbrante por obra y gracia del director francés Michel Hazanavicius (autor del díptico paródico OSS 117).

El cineasta firma una carta de amor al séptimo arte por tres razones bien palpables: su discurso metacinamatográfico con el Hollywood cambiante de cine mudo al sonoro, por su estilo visual con el uso del blanco y negro evocando tiempos mejores para el cine de Hollywood y por su historia de amor, áquellas que solía hacer la meca del cine en sus años dorados, preciosas, nada ñoñas e inmortales. Y todo el envoltorio tan encantador que deja atrapado al espectador desde el minuto uno por su áurea está plagado de sendos homenajes a distintas películas (desde Ciudadano Kane hasta El apartamento).

Y si decía que su atmosfera es magnética, lo que acaba de redondear el film y le da solidez e identidad para erigirse com una excelente película es su personaje protagonista. El periplo George Valentin es una gozada, un viaje al interior de este magnífico proagonista del que se vemos su miedos representados con una escena onírica para la posteridad -ese sueño sonoro- . El guión, escrito por el propio Hazanavicius, se sustena por su inolvidable protagonista, su historia personal y el reflejo de un mundo (el de Hollywood) lleno de magia y felicidad, pero también de intereses y fracasos. El paso del cine mudo al sonoro es una bonita (en el significado menos ñoña del adjetivo) y majestuosa metáfora sobre el temor al progreso y lo distinto. Por tanto, sin lugar a dudas, afirmo que estamos ante una de las grandes historias del año.

Y este protagonista no sería ya lo mismo sin verlo encarnado por Jean Dujardin, actor que parece sacado del mismísimo Hollywood de hace 80 años. Este actor francés de poca trayectoría está logrando un reconocimiento internacional muy merecido por su brillante interpretación del actor de cine mudo caído en el olvido; tiene una presencia y una gestualidad magníficas. Su partenaire, Bérénice Bejo, está radiante y tiene la apariencia de una estrella del cine clásico. El reparto es completado por John Goodman -el típico productor hollywoodiano odiable- , James Cromwell, Penélope Ann Miller y hasta una especia de cameo de Malcolm McDowell, el cual un servidor se lo tomó como el enésimo homanaje al cine, en este caso, al de mi amado Kubrick.

Antes de terminar debo destacar tres aspectos técnicos muy resaltables. El montaje, de acabado perfecto y que dota al film de un ritmo elegante y preciso; y el sonido, (casi) únicamente, en la escena del sueño, pero es un uso majestuoso de los efectos sonoros. Y, por encima de todo, la música de Ludovic Bource que contiene una veintena de partituras magníficas que homenajean a la música del cine de la época, pero que tienen una entidad propia para la película en cuestión y dota a las imágenes de una mayor fuerza.

Evocando a clásicos como Cantando bajo la lluvia o El crepúsculo de los dioses, The artist es una grandísima comedia dramática con una bella historia y un envoltorio de amor al cine que la convierten en un clásico instantáneo. Ya ha encandilado a la crítica, al público será fácil, puesto que es difícil por su formato en los tiempos que corren, pero el contenido es muy comercial. En cuanto a premios, le caerán más en la carrera de los Oscar, pero es de esas películas que no le hacen falta premios. Encantadora, inusual y extremadamente cinematográfica.

Lo mejor: El sueño del protagonista

Lo peor: Hay quien no verá más que un simple superficial homenaje al cine


Nota: 10