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jueves, 26 de enero de 2012

'Un gato en París', trepidante aventura en los tejados

Las nominaciones de este año a los Oscar en la categoría de animación nos ha dejado varias sorpresas y se merecía un artículo a parte para analizarlas. Se queda fuera la mejor norteamericana, Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio, entra la mejor de todas, Chico&Rita, dejan fuera la muy estimable Arthur Christmas, operación regalo y sorprenden con la incursión de Un gato en París, cinta francesa encantadora. Me gusta que entren dos propuestas extranjeras y Rango -muy buena- , pero supongo que Kung Fu Panda 2 y El gato con botas son inferiores a las otras e incluso a Cars 2. Las veré y os diré. Era un año muy flojo en el cine de animación -si comparamos con 2009 sobre todo- pero podría haber salido un quinteto muy digno. Ahora me ocupo de Un gato en París.


Como sabéis soy un enorme fan del cine de animación -de ahí viene que en nuestro avatar bajo las letras haya un pequeño homenaje- y en cuanto me enteré de la existencia de esta película, rebusqué para verla. Entre nosotros, se estrenó el pasado octubre, la vi mucho antes y hasta ahora no había hablado de ella, su nominación de ayer, me va como anillo al dedo.

Un gato en París narra la historia de Dino, un felino que lleva una doble vida: de día, vive con Zoe, una niña hija de una comisaria y, de noche, se pasea por los tejados de la capital francesa con Nico, un ladrón meticuloso. La madre de Zoe, Jeanne, investiga el asunto de los robos continuos y a su vez quiere dar con el mafioso Víctor Costa, responsable de la muerte de su marido.


Con esta premisa y con la curiosidad de Zoe, los directores Jean-Loup Felicioli y Alain Gagnol -su debut en el largo, tras cuatro cortos juntos- crean una gran aventura en la oscura y parisina noche y un relato policíaco al más puro estilo europeo. Todo sin demasiado diálogo, mediante la fuerza del dibujo, la expresión de los personajes y un minucioso uso del silencio. La historia que cuentan es muy interesante, pero peca de tópica y con un desarrollo demasiado manido donde no hay lugar para sorpresas.

Es cine de animación preferentemente para los más pequeños, pero muy disfrutable para los mayores con un dibujo recto, seco, sin estridencias y muy europeo. Continua con la escuela de la línea clara del continente otorgando mucha importancia al desarrollo de la historia y al detalle. Trata sobre las relaciones materno-filiales, sobre la amistad, el companyerismo, el respeto y la bondad; tampoco es una apología de buenos y malos, puesto que el personaje protagonista tiene un trabajo poco ético. Además, la historia es una simbiosi estupenda entre la comedia minimalista, el thriller policíaco y el cine de aventuras.

Es una proeza que en la época de la animación 3D nos llegue una propuesta de corte clásico, en 2D, sin grandilocuencias y con una carga emotiva tan grande. Es cierto que la historia es típica, pero la animación y la estructura tienen un derroche de imaginación increíble y la narración contiene unas características que la convierten en el perfecto producto infantil: hace soñar y no trata al más pequeño como a un completo idiota. Goza de alguna imagen para el recuerdo como todas las persecuciones por los tejados de París, el robo inicial o el tramo del zoológico.

Un gato en París no es ninguna joya de la animación reciente, pero sí es una propuesta muy estimable, digna de nominación a los Oscar y, sobre todo, encantadora.

Lo mejor: Las persecuciones y el final en Notre Dame

Lo peor: El convencionalismo de la historia


Nota: 7

PD: Para daros ganas de verla, os dejo un vídeo

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