Esta semana habéis estado poco participativos, pero no importa. Ahora os traemos la solución. Me encontraba estas navidades pensando en ver alguna película y no sé cómo di con esta; había oído hablar de ella, de su título, aunque no sabía exactamente de qué trataba, así que me dispuse a verla y me maravilló, por sus interpretaciones, su gran historia de amor, su fotografía y su música. Se trata de El Paciente Inglés, una película basada en el libro homónimo de Michael Ondaatje, estrenada el año 1996. La película está dirigida por Anthony Minghella (Cold Mountain y El talento de Mr. Ripley), que también adaptó el guion de la misma basada en el libro de Ondaatje; la fotografía es de John Seale, el diseño de producción de Stuart Craig, diseñador de los decorados de todas las películas de Harry Potter, y la producción de Saul Zaentz (Alguien voló sobre el nido del cuco y Amadeus).
La historia tiene lugar durante la Segunda Guerra Mundial, en la que un hombre interceptado por el ejército alemán tiene un accidente de avioneta y queda totalmente desfigurado por las quemaduras. Hanna (Juliette Binoche), una enfermera de las fuerzas aliadas, se hace cargo del desconocido paciente y procede a tratarlo en un monasterio italiano en ruinas. Mientras tanto, un misterioso hombre con no muy buenas intenciones aparece haciéndose llamar David Caravaggio (Willem Dafoe) y un grupo de zapadores, entre ellos Kip (Naveen Adrews), se dispone a limpiar el territorio de minas. A través de su única posesión, un libro de Herodoto, el paciente va recordando poco a poco su pasado y va descubriendo su historia, la del conde húngaro Laszlo de Almásy (Ralph Fiennes), un dibujante de mapas de la Real Academia de Geografía británica que inicia una expedición con otros compañeros por el grande y cálido Sáhara y que, inevitablemente, comienza una imposible historia de amor con la dama Katherine Clifton, esposa de Geoffrey Clifton (un muy poco conocido Colin Firth al que se le coge cierta manía y desagrado por ser el causante del desgraciado final).Lo que verdaderamente te atrapa de la película son las magníficas actuaciones de sus protagonistas, llenas de emociones y sentimiento. Empezando por Juliette Binoche, una enfermera dedicada, compasiva y atormentada por creer que hiere a todos aquellos que ama; por ello Binoche ganó el Oscar a la mejor actriz de reparto. Ella, Hanna, se enamora del zapador zij Jip (me impresionó cuando le vi y dije: ¡es Sayid de Perdidos!), con lo que protagonizan un romance sincero, cálido pero fugaz. Sin embargo, no hay ni punto de comparación con la historia de amor de Almásy y Katherine, un amor intenso y pasional; Fiennes y Scott Thomas conforman una espléndida pareja, llena de química, en la que no hacen falta las palabras para mostrar cuan grande es ese sentimiento (lo vemos en la escena del baile o cuando ella le pregunta si es la K de su libro). Cada gesto, cada mirada tienen tal intensidad que lo dice todo, existe un gran magnetismo. Es un amor propio del cine clásico, con unos diálogos memorables y con un punto culminante magníficamente representado, cuando Almásy lleva llorando en brazos a Katherine, con su vestido blanco ondeando al viento a través de las montañas rocosas.
Hubiese sido una lástima si finalmente Kristin Scott Thomas no hubiese sido seleccionada para el papel; originalmente, la 20th Century Fox iba a financiar la película pero debido a las disputas que hubo acerca del personaje de Katherine Clifton finalmente la productora fue Miramax. Fox quería a una actriz más conocida, como Demi Moore, así que Thomas tuvo que luchar mucho por el papel. Thomas le escribió una carta al director en la que decía "Soy la K en tu película", haciendo referencia tanto a su nombre Kristin como al personaje de Katherine, por lo que después de aquello el director aceptó.
La fotografía es otra de las maravillas de la película, el color, la calidad de la luz la diferencia de estas entre las imágenes del monasterio en Italia, mucho más oscura y fría, y las imágenes del Cairo (estas escenas se grabaron originalmente en Venecia), iluminadas y cálidas que muestran la belleza del desierto. Destacar por otra parte la escena en la que Kip enseña los frescos del monasterio a Hanna subida a una cuerda, un tratamiento perfecto de la luz y la sombra a través de la antorcha que Hanna lleva. En cuanto a la música, Gabriel Yared hace un magnífico trabajo, creando una música exótica, con sus cantos húngaros, a la vez que pasional, y con canciones clásicas como el Cheek to cheek de Irving Berlin.
Como curiosidad, parece ser que a Ralph Fiennes le gusta esto del maquillaje, ya que como luego haría para Harry Potter también en esta película se pasó horas maquillándose para representar al enfermo quemado (podemos ver un poco de Voldemort en el paciente Almásy). En total, tardaba 5 horas diarias en maquillarse todo el cuerpo e incluso para las escenas en las que sólo se veía la cabeza insistió en que se maquillase el cuerpo entero.
El Paciente Inglés obtuvo numerosos premios y galardones, entre ellos 2 Globos de Oro (mejor película y banda sonora), 5 premios Bafta y 12 candidaturas al Oscar, de las cuales se llevó 9 (mejor película, mejor director, mejor actriz de reparto, mejor banda sonora original, mejor fotografía, mejor dirección artística, mejor montaje, mejor sonido y mejor diseño de vestuario).
Para terminar os pongo la escena del baile entre Katherine Clifton y el conde Almásy, fantástica. ¡Espero que os guste!
He de reconocer que no la acerté con la música, y ¡mira que es bonita la banda sonora de Yared! Hace tiempo que la vi, pero me gustó bastante! La historia de Fiennes y Scott Thomas es preciosa (completamente de acuerdo con lo de la química), pero quizás me gusta más toda la parte con Binoche y sus conversaciones con el conde! :D
ResponderEliminar¡Me ha gustado este Enigma!
Yo tampoco tenía ni idea de a qué película pertenecía esa música.
ResponderEliminarEn cuanto a la película propiamente dicha, cuando la ví en su estreno no me acabó de convencer del todo a pesar de todas sus buenas críticas. Y es que a mí las historias de amor obsesivo me ponen de los nervios y acaban no gustándome. Y es lo que yo sentí con la historia del "paciente". La veo más así que como una gran historia de amor. En cambio la historia de Juliette Binoche me encantó.