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sábado, 26 de noviembre de 2011

'En un mundo mejor', la violencia como drama universal

Hace unos cuantos meses atrás se estreno En un mundo mejor, el nuevo trabajo de la directora Susanne Bier, tras su celebradísima Después de la boda y su debut en Hollywood con Cosas que perdimos en el fuego. Después de su paso por la meca del cine, volvió a la Dinamarca natal y firmó este intenso film que ha ido robando corazones de miles de espectadores en todo el mundo y logrando éxitos continuos: los premios de mejor dirección y guión en el Festival de Sevilla, el Globo de Oro a la mejor película de habla no inglesa y el Oscar a la mejor película extranjera en la pasada edición. Además, el próximo sábado compite en cuatro categorías (película, dirección, guión y actor) en los próximos premios del cine europeo, los EFA.


Susanne Bier es una de las cineastas europeas con más proyección internacional junto a Isabel Coixet (La vida secreta de las palabras) o Julie Delpy (Dos días en París). Bier sustenta la película en unos personajes potentes e inmersos en situaciones límite -la separación de los padres o la muerte de la madre- . Así pues, con esta premisa, vemos que los verdaderos protagonistas de la función son los dos niños que se cruzan en el momento menos oportuno: uno es ridiculizado a diario en el colegio y echa en falta la figura paterna -es médico y trabaja largos períodos en África- y el otro -huérfano de madre- tiene una actitud demasiado violenta ante la vida. Pero los dos chavales no eclipsan, en absoluto, a los personajes adultos. Es más, el padre médico puede llegar a ser más interesante, puesto que él es quien abre la puerta a la dicotomía del relato.

Sí, una división de la trama, entre la ciudad danesa y el poblado africano. En las dos se ejerce la violencia como método para lograr seguridar, superioridad y poder de submisión; el cómo y el quiém cambia, pero el dolor y las consecuencias son las mismas. Y ésta es, sin duda, la gran baza del film: universalizar un concepto tan arraigado como es la violencia y llevarlo hasta unos estados de máximo clímax. Y con este trasfondo, Bier logra en varios momentos puro cine con un pulso narrativo excelente y una poderosísima belleza en las imágenes, pero varios altibajos en el ritmo perjudican el resultado final.


El guión, de Anders Thomas Jensen, es muy notable pero no es redondo, y que es el gran causante de esta variable intensidad en el relato.
Sobre todo, se le achaca una falta de final contundente, cuando todo el tramo central tiene una fuerza increíble sustentado, claro está, en unos personajes espléndidos -tanto los jóvenes como los adultos- . Su desarrollo es sobrecogedor y está narrado con firmeza para dar lugar a una de las reflexiones más humanas sobre la violencia que hemos visto últimamente; es más, es un relato sobre la educación de nuestros hijos, sobre como el entorno condiciona (y mucho) en el crecimiento de una persona.

La intensidad de En un mundo mejor es lograda en gran medida por el más que loable trabajo de sus actores. Antes que nada, destacar la labor de los dos niños: William Johnk Nielsen -con una mirada profunda que recuerda a Fransesc Colomer en Pa Negre y Malcolm McDowell a La naranja mecánica- y Markus Rygaard, por cierto, ambos, debutaron con este film. Del reparto adulto destaca, por encima de todos, Mikael Persbrandt con el personaje del padre médico que transmite una naturalidad perfecta -la escena en que visita al mecánico-matón o que cura al guerrillero africano- . Por último, tampoco menospreciar -ni mucho menos- el intenso trabajo de Trine Dyrholm con


La fotografía de la película en varios momentos es muy potente, sobre todo en el prólogo y epílogo con unas imágenes estupendas y un uso de la luz poderoso, como también lo son en grandes planos generales de los personajes solos en el espacio. Para acabar, el montaje tampoco es perfecto al tener los mismos defectos que el guión: un arranque fuerte, un desarrollo brillante y un final seco y poco resuelto.

Finalmente, En un mundo mejor se erige como un muy buen exponente del cine europeo del último año, cine sin adoctrinamiento y con un mensaje rabiosamente actual y universal. Ante todo, solo nos queda soñar en que un día podamos vivir todos -africanos y occidentales- en un mundo mejor.


Lo mejor: William Johnk Nielsen y la perfecta combinación de drama familiar con la universalidad de la violencia

Lo peor: Un final demasiado seco y que algunos quieran ver en ella un drama fácil


Nota: 8


1 comentario:

  1. Hace ya bastante que la ví y me cuesta comentarla. Me gustó mucho. Lo realmente impresionante de la película es ver cómo de alguna manera se puede atacar la violencia y es no respondiendo a ella (no al ojo por ojo) por mucho que nos cueste. Sobresalientes los actores como tú dices, tanto niños como adultos. Y de qué manera te llega el personaje del padre médico en África.

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