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martes, 26 de marzo de 2013

Àlex y David Pastor ('Los últimos días'): "Es una película más pesimista con el presente que con el futuro"


A varios metros bajo tierra, en algún lugar cercano a la parada de la línea 2 de Pompeu Fabra de Barcelona, en un lugar sombrío y hostil. Ahí nos reunimos con los hermanos Àlex y David Pastor, directores de Los últimos días, película que transcurre gran parte de su metraje en las profundidades de la red de metro de la ciudad condal. Formados en el ESCAC y con estudios en Estados Unidos debutaron hace cuatro años con Infectados, uno de los títulos apocalípticos más estimulantes de los últimos años.

Para su segundo film regresan a su país natal donde rodaron sus primeros cortometrajes como el multipremiado LarutanaturalLos últimos días se sitúa en un futuro distópico en que una misteriosa enfermedad se extiende por todo el planeta y la humanidad desarrolla un pánico irracional a salir al exterior, lo que provoca la muerte de manera fulminante. Pronto, toda la población mundial se queda encerrada en sus casas y mientras la civilización se desmorona, Marc, sin poder salir a la calle, emprende una misión casi imposible: la búsqueda de Julia, su novia desaparecida. José CoronadoQuim GutiérrezMarta EturaLeticia Dolera e Ivan Massagué componen el reparto principal.

No es habitual encontrarse una película con Barcelona como centro de la historia, esta vez, además con una historia apocalíptica. ¿Por qué la escogisteis?
David: Centrar la acción en Barcelona era una decisión obvia y nos sorprende que nunca antes se pensara en ella. Cuando el mundo acabe, se acabará en todo el mundo, incluyendo aquí, nuestra ciudad. Queríamos retratar la ciudad que conocemos de este modo insólito. Nos parece que el mundo anglosajón (Estados Unidos y Londres) ya está muy explotado en el terreno apocalíptico. De hecho, la ciudad de Nueva York pasa a ser un mero escenario destruido después de tantos films, mientras que nosotros hemos querido coger nuestra realidad, la del día a día, y darle la vuelta y mostrarla completamente cambiada. Ésto da mucha más fuerza a las imágenes e impacta aún más en el espectador.

En vuestro debut con Infectados también tratabais una historia situada en un futuro distópico y apocalíptico. ¿Es casualidad o fascinación por el género?
Àlex: Es una mezcla de las dos cosas. Por un lado, nos gusta este género por las posibilidades metafóricas que permite evocar y la visión de unos personajes normales que puedes colocarlos en situaciones extremas. Por otro lado, hau una realidad económica e industrial de este negocio que provoca que tu escribas muchas historias, desarrolles varios proyectos y finalmente solo uno logra financiación. De hecho, de entre todos los que habíamos desarrollado solo había uno apocalíptico y era éste.

David: Es cierto que los dos primeros guiones que hemos llegado a dirigir son éstos, pero podrían haber sido otros.

Los últimos días no retrata muy bien a la sociedad de hoy en día (corrompida por el sistema capitalista, el egoísmo ante la muerte), pero el final es esperanzador. ¿Hay esperanza para la humanidad?
Àlex: Esperemos que sí, porque mi hermano tiene una hija y tengo la intención de reproducirme algún día (ríe). Es difícil saberlo, ya hicimos una película muchísimo más pesimista (Infectados), pero quizás es porque nos hacemos grandes, pero hemos intentado ver si existe una manera de salir con imaginación y buen hacer de los problemas que nosotros mismos nosotros nos estamos creado. De esto trata la película, en el fondo, la peor apocalipsis es la autoinfligida.

David: Es una película más pesimista con el presente que con el futuro. De alguna manera hay luz al final del túnel, pero es un camino largo, oscuro y peligroso. Es una película de aventuras, pero después de arrastrarte durante kilómetros por la mierda, encuentras la luz.

En ambas películas habéis cogido los cánones de la ciencia-ficción, pero le dais un toque intimista con personajes profundizados y con conflictos emocionales. ¿Cómo lo enfocáis en el guión?
Àlex: Siempre tenemos claro que si uno explica historias es para hablar de personas y el envoltorio es divertido e interesante, y nos gusta la aventura y la acción, pero para que estas escenas funcionen realmente con el sentimiento de peligro, deben importarte los personajes. Al fin y al cabo se puede lograr una película de aventuras entretenida que hable de nuestra realidad y de temas polémicos.

En esta ocasión, habéis obviado el típico grupo de protagonistas enfrentados a la realidad apocalíptica. ¿Qué razón os ha llevado a centraros en dos únicos personajes?
David: Nos gustaba el modelo de una buddy movie (película de colegas) e integrarlo con los muchos géneros de la película. También se puede ver como una road movie subterránea y de pie o un thriller a lo La invasión de los ladrones de cuerpos. La pareja protagonista, para nosotros, era fundamental, llevan el peso de la historia durante todo el metraje y la relación que se desarrolla a lo largo de todo el film.

¿Cómo llegasteis a Quim Gutiérrez y José Coronado?
David: Al José siempre lo tuvimos en mente mientras escribíamos el guión, un actor que siempre no había gustado y lo encontrábamos infravalorado, hablo, de antes de que ganara el Goya. El estreno de No habrá paz para los malvados no acabo dando la razón y nos sirvió para convencer a todos de que él debía desempeñar ese rol. Quim entró más tarde, nos gustaba el contraste entre ambos y la diferencia de edad nos permitía establecer una relación de padre-hijo o maestro-alumno más allá de la esencia de la buddy movie. Quim además nos reportaba una cotidianidad y cercanía que no fuera un héroe de acción musculoso, sino alguién que te lo creas como informático, como uno de nosotros y que luego fuera capaz de sacar el héroe que llevamos dentro.

Habéis preferido centraros en la historia y no a contar el significado de vuestro macguffin (la agorafobia descontrolada). ¿Por qué?
David: A nosotros nos gustan películas que no et dan la causa final. En la película se especulan con distintas hipótesis, podrían ser las ondas electromagnéticas de los móviles que no sabemos que repercusión real provocan en nuestro cuerpo. Podría ser esta explicación o cualquier otra, pero creímos que esto no aportaba nada a la trama central del film como en Hijos de los hombres, un futuro distópico donde no se explica la cusa de la infertilidad humana o como en A ciegas. Preferíamos dejar el final abierto a la interpretación libre del espectador, porque la película no va de la investigación científica del Pentágono, sino sobre dos personas corrientes que quieren salvarse a ellos mismos y a sus seres queridos.

A lo largo del film he visto algunas semejanzas con Perdidos (Lost). ¿Lo teníais como referencia? ¿Qué referencias habéis tenido?
Àlex: A Perdidos no hay nada, de hecho, teníamos un guiño preparado a la cabina del avión y lo cortamos. Evidentemente, hemos mamado mucho cine y siempre hay un plano aquí o allá que finalmente te das cuenta que has sacado de otra película, pero en general no somos fans del cine referencial y llenar la película de guiños. Alguien describió Los últimos días como una mezcla entre El ángel exterminados y Soy leyenda y nos parece una acertada definición.

¿Si tuvierais 100 millones de dólares para hacer un blockbuster como sería?
Àlex: Esperamos que Los últimos días lo sea (ríe). No lo sé, algún guión tenemos por ahí que es muy caro de producir, pero no podemos hablar de él. Quizás hasta dentro de veinte años no lo podemos llevar a cabo.

David: Seguramente giraría en torno al género fantástico en cualquiera de sus distintas ramificaciones e intentar que sea un film ambicioso con idea detrás. Para que te den mucho dinero para rodar una película debes amoldarte a ciertas fórmulas a no ser que seas un Christopher Nolan, que ha logrado abrirse camino y poder hacer las películas que quiere hacer con presupuestos millonarios.

Àlex: En general, mucho dinero equivale a restricciones, miedo y responsabilidad.

Precisamente, ¿haber rodado una cinta de ciencia-ficción en Estados Unidos y una en España debe ser muy distinto?
David: Aquí en España nos hemos encontrado con una mayor libertad y una relación más civilizada y de igual a igual con los productores. En Estados Unidos es una relación menos amigable, cuando todo va bien es estupendo, pero cuando surgen divergencias queda claro quien paga y manda y quien es el empleado mientras que en España la relación es de diálogo y colaboración para trabajar para lograr la mejor película. En Estados Unidos no sabes si los ejecutivos de un estudio quieren el mejor film posible o la que triunfe en taquilla. La experiencia española ha sido muy positiva.

El contenido original de esta entrada pertenece a MySofa. Consúltalo aquí.

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