Después de llevar a la gran pantalla los últimos días en la vida de León Tolstoi, el director hawaiano Michael Hoffman cambia por completo de registro y nos trae un remake bastante abierto de la comedia clásica de 1966 Gambit, dirigida por Ronald Neame y protagonizada por Michael Caine y Shirley McLaine. Entonces, aquí se tituló Ladrona por amor, mientras que el remake, también Gambit en la versión original, se titula Un plan perfecto, el plan de un conservador de arte que quiere vengarse de su abusivo jefe haciéndole comprar un cuadro falso del pintor impresionista Claude Monet. Para su brillante esquema, necesitará la asistencia de una imprevisible y excéntrica chica cowboy de Texas, quien le traerá más de un dolor de cabeza, sobre todo cuando empiece a coquetear con la víctima de la estafa, su jefe.
Colin Firth y Cameron Diaz son los encargados de dar vida a esta extraña
pareja con química más que cuestionable. Quizás por eso los guionistas, nada
más y nada menos que los hermanos Joel y Ethan Coen, han dejado el romance a un
lado para centrarse en el humor, dando como resultado una comedia de enredos con
algunos toques clásicos que, aun con un guión bastante flojo, entretiene en su
mayor parte.
No es novedad decir que Cameron Diaz no es ninguna Shirley McLaine. Con
todo, la actriz californiana hace su papel y lo hace bien, al igual que sus
compañeros de reparto, el aquí histriónico aunque no exagerado Alan Rickman, a
quien ya va bien ver en alguna comedia de tanto en cuanto; el moldeable Stanley
Tucci, que en cada película pone un acento distinto; y el recientemente visto y
admirado Tom Courtenay, en este caso con un papel bien distinto al de la
maravillosa Quartet de Dustin
Hoffman. Sin embargo, aquí todos los méritos son de Colin Firth, actor cómico y
dramático, británico hasta la médula y espléndido haga de orgulloso Mr. Darcy, de
rey tartamudo o de patoso amante del arte impresionista.
Y es que todo lo bueno de Un plan
perfecto (Gambit), además de las maravillosas pinturas del señor Monet, sale
del protagonista de Un hombre soltero
y El discurso del rey. El papel de
Firth recuerda a veces a aquellos de Peter Sellers en La Pantera Rosa o El guateque,
y de Ryan O’Neal en ¿Qué me pasa, doctor?,
películas de enredos de las que bien podría beber el film de Hoffman, o al
menos su mejor secuencia, en el hotel Savoy de Londres. Con la excepción de los
animados títulos de crédito del inicio, los hermanos Coen concentran su
homenaje a la comedia clásica en esa única escena, convirtiéndola en una desternillante
sucesión de meteduras de pata del personaje de Firth, de la cual son
testimonios dos brillantes aunque efímeros secundarios.
El resto de la cinta es sólo una confrontación de tópicos norteamericanos y
británicos, con un argumento pobre y una dirección bastante ordinaria. Lo que
podría haber sido una alocada y divertida comedia se queda, pues, a medio
camino. Entretenida pero demasiado simple, Un
plan perfecto (Gambit) es el pasatiempo cinéfilo de esta semana, aunque
sólo por ver a Colin Firth y reír con la secuencia central, ya vale la pena.
Lo mejor: los títulos de crédito al inicio del film, Colin Firth y la
secuencia del hotel, impecable y divertidísima.
Lo peor: que la tontería se impone constantemente a lo que podría haber
sido una buena comedia.
Nota: 7
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Me diverti mucho viendola.
ResponderEliminarLa verdad es que me reí muchísimo con la escena del hotel :D
Eliminar¡Gracias por tu comentario!
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