domingo, 25 de noviembre de 2012

'Blancanieves', una exquisitez cañí

Blancanieves es una de aquellas películas como pocas hay cada cosecha anual. Una de aquellas que tienen centenares de adjetivos para describirla y ninguno resume todos los sentimientos que evoca. Expresionista, mágica, pasional, cañí, emocionante, cautivadora, cinéfila, poética, seductora, fascinante, hipnótica, sensitiva... Excelente, una obra de arte. Es un viaje en el tiempo en su técnica estilísitca y en la historia narrada: se sitúa en la España rural y torera de los años veinte del siglo pasado y su puesta en escena es en blanco y negro, muda y con un uso de la cámara propio de la cinematografía de esos años.


Con aplauso unánime en Toronto, San Sebastián y la Academia española (la ha elegido como representante a los Oscar y ya solo Lo imposible parece poder aguarle la fiesta en los Goya), el nuevo trabajo de Pablo Berger se ha convertido en la sensación de la temporada y obtiene el título de mejor película española del año (y por ello, de las mejores en general). Como pasara con The artist -con la que solo tiene en común el formato y la cinefilia constante- el director ha tardado años en poder levantar el proyecto (su estupenda Torremolinos 73 es de 2003) y, finalmente, tiene un estreno comercial muy por encima de las circunstancias. Un hito muy merecido.

Berger coge el popular cuento de los hermanos Grimm y lo reformula, la base es la misma pero le añade alma, trasfondo social y elementos patrios. Son estos condimentos los que cimientan esta pequeña joya y la alzan al estrellato de la maestría cinematográfica. En ella se respira pasión por el arte (la música, la danza, el cine) y despierta muchas sensaciones gracias a la yuxtaposición de coreografías (baile o toreo), música y expresividad de los personajes, un cóctel sensitivo propio del cine más expresionista y de autor.

La versión libérrima de Blancanieves propuesta en la película ofrece una potente historia sobre la familia, la búsqueda de uno mismo, la carencia de cariño/amor y el odio despiadado. Es un gran acierto ese inicio tan alargado (en el buen sentido), puesto que la joven no vive con la madrastra hasta pasado un tercio del film: así el personaje tiene mucha más fuerza y la carga emocional es mayor. Tres pasajes similares son los más bellos: el baile de la abuela el día de la comunión, el baile con su padre y el enfrentamiento con el toro grande en la plaza de Sevilla (que no deja de ser otro baile). Y Berger se guarda otro as en la manga en su vocación de recrear el cine de los años 20 no escatima en homenajes: la piscina de El crepúsculo de los dioses o el estilo de Dreyer y tantos otros maestros (todos con agradecimientos en los créditos). Cinefilia pura y dura.

El problema de Blancanieves lo tendrá en su propio país, aquí, porque muchos criticaran el formato superficial de este film que es el mundo del toreo y el flamenco; prejuicios que les separarán de esta obra tan vibrante en lo emocional. Es una mera excusa contextual, y a la vez una herramienta indispensable para hacerla tan mágica y poética. En gran medida también por la banda sonora de Alfonso Vilallonga, una música magistral con la magnífica voz de Sílvia Pérez Cruz que acompaña todo el film con unas composiciones bien hilvanadas y cohesionadas con inteligencia. Fotografía, montaje; todo el apartado técnico es impecable. El reparto, no es menos. Maribel Verdú brilla por encima de todos con una madrastra siendo mucho más que una simple villana, apunta camino a un segundo Goya muy merecido. Macarena García es toda una revelación, más teniendo en cuenta su flojo papel en una serie televisiva. Ángela Molina, Inma Cuesta (¡qué expresividad del dolor con tan poco!) y Pere Ponce destacan en un elenco secundario de lujo.

Blancanieves respira arte por los cuatro costados, fotograma a fotograma, nota musical a nota musical. Es una exquisitez cañí en que solo mermará para aquellos que acudan con prejuicios malsanos. Imprescindible.

Lo mejor: Lo poético de algunos pasajes y la magistral banda sonora

Lo peor: Algunos espectadores huiran de la propuesta por prejuicios absurdos

Nota: 9

El contenido de esta entrada pertenece a MySofa. Consúltalo aquí.  

1 comentario:

  1. No he visto Blancanieves. Supongo que yo me lo pierdo. No dudo que pueda ser una pelicula estupenda y es posible que me anime a verla algún día, pero no pienso apoyarla pagando una entrada de cine. No entiendo ni perdono que se maltraten o asesinen animales en los rodajes de las peliculas y en esta Blancanieves han muerto inutilmente 3 toros.

    Creo que esta despreocupación o pasotimo animal es algo mucho más cañí que el marco de la película. En otros paises se habría optado por una "estrategia de maquillaje" mucho más respetuosa con los (denostadisimos) derechos de los animales, aunque fuera de cara a la galeria. Si, simplemente, se hubieran rodado escenas de toreo con toros que posteriormente se hubieran destinado a un refugio de animales en lugar de aprovechar el rodaje para asesinarlos, el film habría acabado siendo tan blanco como su protagonista y el espectador sabría que esas escenas de toreos on las últimas que ha tenido que soportar ese animal.

    Sé que somos 4 gatos a los que nos preocupan estos temas, pero sigo pensando que con un poco más de sensibilidad y sentido común tod@s salimos ganando SIEMPRE.

    Saludos antitaurinos ***

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...