miércoles, 11 de julio de 2012

'Un hombre soltero', solución al Enigma Rosebud


Si en 2007/2008 alguien me dice que un famoso diseñador de moda va a dirigir un film, seguramente me lo creo. Eso sí, nunca habría pensado que el resultado sería uno de los mejores films del 2009 (en España 2010). La película: Un hombre soltero (A single man). El diseñador/director: Tom Ford. Así que como muy bien acertásteis, el Enigma Rosebud que os proponíamos el viernes pasado era este fantástico film, la historia de un hombre incapaz de soportar el día a día de una vida sin su amor, su prometido. Hoy, especial dedicado a este triste y apático hombre soltero.

"It takes time in the morning for me to become George, time to adjust to what is expected of George and how he is to behave. By the time I have dressed and put the final layer of polish on the now slightly stiff but quite perfect George I know fully what part I'm suppose to play."

Ya lo he dicho varias veces, pero no me cansaré de repetirlo: el mejor cine es el que está hecho de sensaciones y genera emociones. ¡De cualquier tipo! Enfado, tristeza, alegría, melancolía, las que nos remueven algo por dentro y nos sacuden hasta la médula. Un hombre soltero es una de esas películas, es una película de sensaciones.


Que una primera escena de un film, con solo un hombre en pantalla que se prepara para un nuevo y rutinario día, llegue al espectador como el inicio de Un hombre soltero no es nada fácil. ¿Qué es lo que genera esta emoción, este vacío en nosotros, si acabamos justo de conocer a George? Hay varios elementos a destacar, elementos que se repiten a lo largo de la película y son los que la hacen -siempre personal y subjetivamente hablando- una obra maestra.

Empecemos por el guión, adaptación del propio Tom Ford de la novela escrita por Christopher Isherwood. Años 60, punto álgido de la Guerra Fría. La vida y la política en Estados Unidos se reduce a la lucha contra el comunismo y todos los "males" de la sociedad, entre ellos la homosexualidad. Un profesor de inglés, que acaba de perder a su compañero, se niega a vivir sin sentimiento. Esta es la premisa base de toda la película, centrada en un único día en la vida de George, supuestamente -como él lo tiene planeado- su último. Las escenas la sencillez y a la vez complejidad de las meras emocionesque parten de esta premisa, los diálogos, los recuerdos, los silencios, etc., tienen como marca , y si no fuera por la perfección del guión y de su desarrollo, esta a primera vista incongruencia sería imposible de conseguir.


Para dar marcha a esta historia y a su guión hacen falta unos personajes llenos, redondos, que evolucionen a lo largo de la cinta; y para hacer estos personajes creíbles y conseguir empatizar con el público hacen falta unos buenos actores. Tom Ford también la acertó en la parte interpretativa. Julianne Moore está espléndida en sus dos únicas escenas. Ahora bien, Colin Firth hace la mejor interpretación de su vida, una actuación que les tendría que haber valido todos los premios de esa temporado -incluído el Oscar- porque lo que Firth consigue aquí es único: ya es difícil ponerse en la piel de un personaje darle una vida, pero aún lo es más dotar a este personaje de una expresividad exquisita y de generar grandes emociones en el espectador solo con la mirada, sin una palabra. Muchas escenas se podrían destacar de Un hombre soltero, entre ellas la escena en casa de Moore o las conversaciones/flashback con Matthew Goode, pero si tuviera que escoger una, esa sería sin lugar a dudas la escena en que George recibe la noticia de que Goode, su prometido, ha muerto. La cara de Firth lo dice todo: como mueve los labios, como parpadea... todo nos indica como se va hundiendo su alma poco a poco, hasta que esta queda en un absoluto silencio. La escena, por tanto, queda también sin ningún sonido, y aunque no oigamos la lluvia ni los pasos de George, ni sus gritos cuando Julianne Moore abre la puerta, los sentimos, que es lo más importante.

La técnica también tiene un papel fundamental en esta escena, al igual que a lo largo de todo el film. El montaje, la composición de la escena -el llamado mise en scène- la cámara, están al servicio de la historia y del estado de ánimo de sus personajes, por no hablar de la perfectísima caracterización de la época -por supuesto, un 10 para el vestuario marca Ford-. Ahora bien, de toda la parte más técnica, que no por eso menos artística, me voy a quedar con dos elementos. El primero, la magnífica fotografía de Eduard Grau, responsable también de la dirección artística del Buried de Rodrigo Cortés. El trabajo de Grau aquí es excelente, pues consigue dotar cada escena de una tonalidad distinta según el sentimiento de George. Así, por ejemplo, en todos los flashbacks, en todos los recuerdos de una convivencia feliz al lado del personaje de Matthew Goode, la luz es cálida y los colores vivos. En cambio, en el momento actual de la vida de George, sin Goode, la luz se vuelve fría y adquiere una tonalidad totalmente grisácea y sin vida.


Finalmente, desde Cinema Lights, ya lo habréis notado, somos unos auténticos fans de las bandas sonoras y nos encanta encontrar melodías tan preciosas como la que Abel Korzeniowski compuso por Un hombre soltero. Silencios, notas repetitivas acordes con la rutina de George y su apatía, emotivas en los momentos de sentimiento, ese sentimiento sin el que el personaje de Colin Firth no está dispuesto a continuar viviendo. Son justo esos breves segundos de que habla George en una de sus grandes intervenciones en off. Aquellos instantes en que podemos sentir más que pensar, en que percibimos las cosas y el mundo de otra forma. Esos momentos que, como dice George, desafortunadamente nunca conseguimos hacer durar más de unos segundos. Bueno pues, Tom Ford, gracias por alargar estos instantes durante los 99 minutos que dura Un hombre soltero.

"A few times in my life I've had moments of absolute clarity, when for a few brief seconds the silence drowns out the noise and I can feel rather than think, and things seem so sharp and the world seems so fresh. I can never make these moments last. I cling to them, but like everything, they fade. I have lived my life on these moments. They pull me back to the present, and I realize that everything is exactly the way it was meant to be."

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