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martes, 21 de febrero de 2012

'Shame', en el borde del precipicio

Con polémicas de cartel, con comentarios irónicos acerca de los atributos del protagonista y con alabanzas hacia el conjunto del film, nos llegaba el pasado viernes a la cartelera Shame del director londinense Steve McQueen (evidentemente, no el actor de Bullit). La película narra la historia de Brandon un treintañero neoyorquino adicto al sexo al que se le desestabiliza su rutina con la visita de su hermana Sissy.



Shame arranca con Brandon en todo su esplendor: su rutina sexual, ya sea con ligues, prostitutas o con encuentros fugaces en el metro. La banda sonora impregna la sala, te conmueve. McQueen cimienta su relato sobre una atmósfera oscura, perturbadora e inquietante. El silencio acompaña (las escenas de más poder no tienen diálogo: en el metro, el hotel con vistas o la interpretación del New York, New York de Carey Mulligan).

El director británico desnuda literal y conceptualmente sus personajes, nos invita a seguir sus vicisitudes, sobre todo las de Brandon, nos conduce hacia el descenso a los infiernos de él, luego hacia una subida a la estabilidad, para caer otra vez en el agujero absoluto. El final del personaje no es ni esperanzador ni abierto, simplemente, es un cambio, un nuevo rumbo al cual McQueen ya no quiere entrar, es el espectador quien debe decidir. A lo largo de esta hora y media -que pasa volando- McQueen disecciona uno de los mejores personajes del año y su devenir hace que lo sitúa al borde del precipicio.

La irrupción de la hermana es un punto de inflexión en la vida de Brandon, ella le reporta lo mismo que su vida sexual, pero él no sabe apreciarlo. Excepto en el momento mágico y penetrante de la actuación musical de ella. El protagonista está encerrado tanto en su cubículo que no sabe como salir -ni deshacerse de todo el material sirve- , ha perdido totalmente el rumbo de la vida y no encuentra a que atenerse. Su estructura circular permite observar como esto sí cambia finalmente: la mujer del metro pasa del deseo sexual a contemplar la belleza sin más. Brandon se une a la galería de fantásticos personajes que prodigan humanidad

Para este periplo cosmopolita y corrompido por la sociedad contemporánea, McQueen (con ecos del Kubrick de Eyes wide shut) se srive de la portentosa y magistral interpretación del actor del momento: Michael Fassbender. El actor de origen germano realiza un papel controvertido, sin tapujos y poniendo toda la carne en el asador: otorga a su Brandon una humanidad y una perturbación de sentimientos inquietante. Sin duda, el mejor trabajo masculino del año. Y su compañera de fatigas Carey Mulligan no tiene nada que envidiarle, su derroche de talento es excelso y compone una de las mejores interpretaciones de reparto del año. Ambos ninguneados sin razón en los Oscar, al igual que el film en su conjunto. Bueno sí, la razón es que películas así en los Oscar desgraciadamente no tienen cabida. Pero vaya, Fassbender, sí ganó la Copa Volpi en Venecia, premios que realmente importan.

Todo este viaje está aupado bajo una música omnipresente, ambiental y excelente, del compositor Harry Escott (Camino a Guantánamo, Hard Candy), con un tema central basta para impregnar la película con un poder visual y sonoro perfecto -pero hay temas paralelos de idéntica cualidad- . McQueen conjuega muy bien todas las herramientas al alacance para construir un relato magnético y sobrecogedor.

Shame es una película excelente que explora al hombre actual, urbano y acomodado. Lo desnuda. Lo disecciona. Lo mimetiza con su entorno hasta que él mismo dice basta. Un periplo por Nueva York, de estructura circular, que hará delicias a los amantes del cine contemporáneo fundamentados en el silencio, el poder de la imagen y los personajes fuertes.

Lo mejor: Que lo descarado de la propuesta no acabe siendo el fondo

Lo peor: Sus desgraciadas polémicas


Nota: 9



PD: ¿La habéis visto? ¿Habéis entrado en su juego y habéis desconectado? ¿La echáis de menos en los premios?

1 comentario:

  1. A los de l'Última Projecció nos ha gustado y mucho. Coincidimos con tu acertada reseña, palabra por palabra. Un lujo de película. Una rareza en tiempos de Harvey Weinstein.

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