miércoles, 26 de octubre de 2011

World Soundtrack Awards - Música y cine en Gante


Tal y como prometimos, aquí tenéis nuestra crónica, narración con el máximo detalle de nuestra primera experiencia en el World Soundtrack Awards de Gante. Dirección a los World Soundtrack Awards, nunca nos imaginábamos las sorpresas que nos depararía este magnífico viaje. Íbamos con la idea de disfrutar de una fantástica gala y así lo fue; no sólo pudimos estar entre los mejores compositores del mundo sino también pudimos intercambiar palabras con ellos. Realmente no sé quién estaba más impresionado, si nosotros con ellos o ellos con nosotros. Definitivamente, nunca se está lo suficientemente consciente de lo que significas para alguien, en este caso de lo que tu música significa para millones de personas.




Una vez en Gante, los acontecimientos se precipitaron; en estos casos, las decisiones de última hora pueden darte mucho o nada, y a nosotros nos dieron mucho. Si fue el destino no lo sabemos, pero lo cierto es que la suerte estuvo de nuestro lado. Nada más bajar del avión decidimos si ir a Bruselas, donde iba a tener lugar la première de Las aventuras de Tintín: el secreto del unicornio. Aunque íbamos a contratiempo, decidimos intentarlo, a sabiendas que habría mucha gente y quizás no viésemos nada; nos lanzamos a la aventura.

Para llegar a los cines UGC Broukère, donde tenía lugar el evento, debíamos coger primero el autobús hasta la Gare du Midi, en Bruselas, y allí el metro hasta Broukère. El primer contratiempo fue que, cuando quisimos coger los billetes para el autobús, las máquinas no funcionaban muy bien; y, por otra parte, en las taquillas había mucha cola. Conseguimos dos entradas en las máquinas y, las otras dos, por la cara. Una mujer nos vendió una de ellas porque finalmente cogía un taxi y la otra, después de una conversa de nuestros compañeros de viaje con el conductor, nos la vendieron una vez dentro.

El trayecto duró una hora. Cuando llegamos a Bruselas, nos deparó la primera sorpresa. Nuestro compañero de viaje y amigo Mario había estado hablando con una pareja que resultaron ser parte de la asociación de Tintinaires de Cataluña y, para sorpresa nuestra, al preguntar por nuestro compañero de Cinema Lights, Alain Garrido, respondieron que le conocían. Nos comentaron que los asistentes a la première de Tintín tenían que pasar por allí para coger el tren que les llevaría a París, donde tendría lugar la segunda première. Así que fuimos a la estación y vimos que todo estaba preparado y decorado para la ocasión.

Hicimos fotos durante unos minutos y, viendo que había gente afuera preparada para que alguien llegara, nos hicimos un hueco entre ellos y esperamos. No pasaron ni cinco minutos cuando un coche llegó y todos empezaron a gritar. El mismo Steven Spielberg apareció delante de nosotros. También vimos a Jamie Bell, que pasó fugazmente, y a Gad Elmaleh (Midnight in Paris). Ágilmente, pusimos nuestras libretas entre los diversos brazos, y el mismo Steven Spielberg, el director de los directores de Hollywood, nos firmó un autógrafo. Rápidamente fuimos hacia el interior para poder verlo de nuevo. Todos se habían quedado fuera pero nosotros insistimos. Así que, cuando pasó de nuevo y, gracias otra vez a la pericia de nuestro compañero Mario, se paró delante de nosotros. Le pedimos una fotografía y, aunque no podía pasar al otro lado de la valla, posó para nosotros e incluso nos envió un beso. Increíble. Aquí tenéis la fotografía que nos dedicó.
 

No podíamos creerlo. Fue llegar y besar el santo. Ni siquiera había hecho falta dirigirnos hasta los cines UGC para poder ver a Steven Spielberg. Las manos nos temblaban y sentimos la necesidad de llamar a alguien para contárselo. Aún ahora nos cuesta digerir el hecho. Pero fue verdad, porque tenemos su fotografía y su autógrafo. Un recuerdo para la posteridad. El viaje no podía haber empezado mejor. La suerte había estado de nuestro lado y cada pequeño momento había servido para que estuviéramos allí en el preciso momento. Si la mujer no nos hubiese vendido el billete de autobús, o si hubiésemos tenido que esperar hasta el de las 13:45, no hubiésemos podido ver nada. Pero lo conseguimos.
Atónitos, continuamos nuestro trayecto hacia Gante. Cogimos un tren de media hora y, finalmente, conseguimos llegar al hotel. Después de una hora nos encontrábamos ante el velódromo Kuipke, ya preparado para el gran evento. El ambiente era excelente; todo el mundo vestía elegantemente pero a nosotros eso no nos importaba. Estábamos encantados y nos sentíamos especiales (lo que puede hacer una mísera pulserita para VIPS).
Antes que comenzase la ceremonia, fuimos a investigar y nos encontramos nada más y nada menos que a Hans Zimmer. El gran compositor estaba haciéndose fotos y nosotras, como muchos otros, le pedimos una fotografía. Zimmer, muy simpático, nos dijo: “Claro, claro, fotografías con todo el mundo”. Estuvo encantador. Pero infortunadamente un chico se nos adelantó y al final no pudo ser. Por otra parte, en primera fila estaba Alexandre Desplat hablando con un compañero. Definitivamente en estos casos se debe tener un poco de descaro, porque nosotras, no queriendo importunarle, no pudimos hablar con él. Pero nos consuela el hecho de que le hemos podido ver dos veces en menos de cuatro meses. Nos sentamos. La orquesta se prepara y Dirk Brossésube, director de la Filarmónica de Bruselas, al escenario. El presentador nos da la bienvenida a la undécima edición de los World Soundtrack Awards y nos prepara para una gran noche. Empieza la función.
El premio al mejor compositor joven europeo es para Gabriel Heinrich por componer la banda sonora del corto Papilllon d’amour, de Nicolas Provost. Una música deliciosa, aunque el corto sea extremadamente extraño. Gabriel Heinrich sube al escenario y, humildemente, nos dice que es un placer estar entre tan maravillosos compositores, siendo él tan sólo un pequeño compositor. A continuación se otorga el galardón a la mejor canción y es para… "We belong together", de Randy Newman. Esperábamos que tanto él como Alan Menken (nominado por "I see the light", de Enredados) estuvieran presentes en la gala pero no pudo ser.

Tampoco estuvo presente A.R. Rahman ("If I rise", 127 horas), pero envió un videomensaje agradeciendo la nominación. El premio para el descubrimiento del año es para Alex Heffes, por El rito. Siguiendo con la tradición del festival, Abel Korzeniowski, ganador del mismo premio el año pasado, sube al escenario y nos deleita con su música. Maravillosas bandas sonoras, la de Un hombre soltero (Tom Ford, 2009) y W.E. (Madonna, 2011) .
Llegan los dos grandes premios de la noche. El premio a la mejor banda sonora es para Hans Zimmer, por Inception (Christopher Nolan, 2010). Definitivamente se lo merecía. Después de perder el Óscar frente a Trent Reznor y Atticus Ross por La red social (David Fincher, 2010), finalmente ve recompensado su trabajo. Zimmer sube al escenario y no tiene más palabras que dar las gracias a todo el mundo. Parece tímido, se ha quedado sin palabras. Gracias a ti, por crear esta fantástica música.

Y el premio al mejor compositor del año es para Alexandre Desplat. Otro galardón merecidísimo. Desplat ha estado imparable este año, y más que lo va a estar. De nuevo nos muestra, así como Zimmer, que a pesar de desbordar talento, de ser grandes compositores, siguen siendo personas fantásticas y humildes a más no poder. Desplat, haciendo referencia al reciente comentario del joven compositor, le contesta y dice que esta noche, no hay pequeños compositores. Magnífico.
Después de la entrega de todos los premios, y antes de la media parte, comienza la exhibición de los invitados de honor. El primero en inaugurar la orquesta es Giorgio Moroder. Qué hombre tan simpático. Como si estuviese en su propia casa, nos deleita con un discurso divertidísimo. Nos explica que ha traído el buen tiempo a Gante, una ciudad que le encanta, y que la noche anterior estuvo de fiesta a sus 71 años. El padre de la música disco sigue teniendo ese espíritu sesentero. Así que, sin más dilación, la filarmónica de Bruselas empieza a tocar, y escuchamos las bandas sonoras de Scarface, Midnight Express, Flashdancey Top Gun, estas dos últimas cantadas por la solista Sofie.

Media parte. La mayoría de los invitados se van al bar a tomarse una copa, más pendientes de su atuendo, bebida o acompañantes que de lo que acaban de presenciar. Nosotros, por el contrario, estamos maravilladas, estupefactas, encantadas (mejor dejamos adjetivos para más adelante…). A partir de aquí alguien podría pensar que, después de todo lo visto y, mejor, escuchado, el panorama ya no puede mejorar. Pero aquellos que conozcáis o hayáis escuchado alguna vez una banda sonora de Elliot Goldenthal, Howard Shore o Hans Zimmer, sabréis que, efectivamente, sí que puede mejorar, y lo hizo, ¡vaya si lo hizo!
Empieza la segunda parte, la más triste, en realidad, porque es en este punto de la ceremonia donde tres grandes compositores de bandas sonoras rinden homenaje a la mujer que los llevó, en gran medida, a la fama. Y no solo eso, porque Ronni Chasen, quien murió asesinada hace apenas un año y a quien está dedicada esta 11 gala de los World Soundtrack Awards, siempre mantuvo una estrecha relación entre el Festival de Gante y la factoría Hollywood, llevando de un lado a otro del charco a los mejores compositores del momento. Hoy, sin embargo, Zimmer, Shore y Goldenthal quieren simplemente recordar, por encima de todo, a una amiga, una amiga que les fue arrebatada brutalmente hace un año, Ronni Chasen. 
Elliot Goldenthal sube al escenario. Su emoción lo delata, y le cuesta pronunciar unas palabras tan ensayadas que quieren describir el amor que Chasen tenía por su trabajo. No obstante, su música le ayuda en este homenaje, así que durante unos minutos nos dejan con las fabulosas bandas de Alien 3 (David Fincher, 1992) y Titus (JulieTaymor, 1999)— suerte que la banda sonora no tiene de rara lo que la película, porque vaya tela—. A esta orquestra no hay quien la pare, es sin duda una de las mejores filarmónicas que hay en la actualidad.

Ahora le toca a Howard Shore. Pero ¡vaya! Primera gran desilusión del día cuando nos enteramos de que Shore, aquél que tanto nos ha emocionado y deleitado con su épica banda sonora para la trilogía de El señor de los anillos, no ha venido. Pero hay que reconocer que tiene una buena excusa, nos dice el presentador: está en Nueva Zelando, trabajando precisamente en la banda de El Hobbit, así que se lo vamos a perdonar, siempre y cuando el resultado sea igual o mejor que el tema que nos tocó la Filarmónica de Bruselas de El retorno del rey (Peter Jackson, 2003). A pesar de su ausencia, ha dejado una carta, también dedicada a la memoria de su gran amiga Chasen, así como sus otras piezas, Promesas del Este (David Cronenberg, 2007) y Looking for Richard (Al Pacino, 1996), que interpretaron genialmente los músicos de la Filarmónica de Bruselas otra vez.
Y como en todo buen concierto, el final siempre es el mejor, el que consigue alcanzar el clímax y la máxima espectacularidad. Y ¿quién, sino Hans Zimmer, iba a conseguirlo? Sale al escenario, tranquilo, y nos habla sobre su primer encuentro con Ronni Chasen. De ahí su primera actuación de la noche, el tema principal de Driving Miss Daisy (Bruce Beresford, 1989), que él mismo toca al piano acompañado de su séquito habitual: Lorne Balfe al teclado, Ann Marie-Calhoun al víolín, Eddy Vanoosthuyse al clarinete y Tristian Schulze al Cello. Impresionante. Pero no acaba aquí, porque los fuegos artificiales, por así decirlo, llegan con los 30 minutos de suite de Inception, con Zimmer al piano acompañado de sus músicos y de toda la orquestra (aquí tenemos que sumar a la guitarra eléctrica de Johnny Marr). Sobrecogedor, en realidad todo se resume a esa palabra, porque solo con ver a Hans Zimmer tocar el tema "Time" en piano allí delante, solo con eso, ya vale la pena -todo el público de pie aplaudiendo es la mejor prueba de ello. 
Al final de la gala, como no, recepción. Y mientras todos los VIPS, la mayor parte de ellos invitados a quien no les interesan las bandas sonoras ni lo más mínimo (¡¿cómo puede ser?!), se entretienen hablando, bebiendo y comiendo multitud de canapés de los más lujosos, aquí los únicos fanáticos van yendo y viniendo, arriba y abajo del local, para poder hablar ni que sea un momento con el simpatiquísimo y próximo Abel Korzeniovski y conseguir firmas de Giorgio Moroder, David Arnold y Hans Zimmer.
Y aquí acabó nuestra gran aventura en Bélgica, no sin antes disfrutar de un día soleado en la preciosa ciudad de Bruselas (el anticiclón de Giorgio Moroder aún duraba), con visitas obligadas, claro está, a la Grand Place, a la tienda de Tintín y a la tumba de Hergé (madre mía, ¡lo que nos costó encontrar esa tumba!). ¿Conclusión? El año que viene queremos más, es más, ¡queremos a John Williams!

4 comentarios:

  1. Sí! El año que viene John Wiliiams, sería un puntazo!
    ¡Qué envidia más sana dáis! Por favor!

    En otra escapada mía a Bruselas tendré que ir a dicha tumba, con lo tintinófilo que soy y no he ido al féretro del genio.

    Gran crónica. Y de los premiados no salieron mis favoritos, pero son premios muy bien dados.

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  2. Felicidades por tan buena crónica y por la suerte de haber podido vivir esos momentos musicales y no musicales con el gran Spielberg.

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  3. Gante es una ciudad maravillosa para hacer un festival así :)

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  4. Ajá, qué cronica mas completa! Me encantó estar allí, mejor no podia haber salido! :)

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