El cine sobre el conflicto israelí-palestino suele estar trufado de historias narradas por observadores, con la mirada foránea. El resultado son películas sin alma, alguna excepción hay como Inch'Allah en que la protagonista es una extranjera y tiene la misma percepción que la directora. El otro grupo son las películas hechas en Israel o Palestina. Estas tienen otro muro que superar: el sentimiento patriótico y político, evitar contaminar la película. Ser lo más rigurosamente objetivos posible. En Omar todo eso es posible, aunque tampoco sea su principal objetivo.
Lo mejor: su exploración del alma humana.
Lo peor: su exceso de contención.
Nota: 7
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