A menudo el cine sirve para resucitar personajes míticos de la historia de la humanidad como los biopics que proliferan cada año nuestras carteleras. Ahora bien, de vez en cuando, algún director -normalmente desde el documental y el cine de autor- dedica una película a una figura desconocida por el gran público, pero con un trasfondo interesante y notorio. Es el caso de Albert Le Lay, cuya vida ha sido objeto de la ópera prima de José Antonio Blanco y Manuel Priede.
Lo mejor: El montaje de los distintas etapas
Lo peor: Es demasiado fría, desangelada
Nota: 6
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