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jueves, 9 de mayo de 2013

'Tomboy', el despertar de la sexualidad: aceptar o censurar


Tema peliagudo. Una niña de diez años tiene dudas en su interior: se siente un chico. Viste como tal y lleva el pelo corto. En su nuevo grupo de amigos se hace pasar por Michel y esconde que, en realidad, es Laure. Empieza a aventurarse en un juego de doble identidad peligroso y con un único final posible. La directora francesa Céline Sciamma trata el tema con suma delicadeza y con mucho sentimiento.


El relato es corto, al mismo tiempo que intenso y emotivo. Lo primero perjudica al resultado global, pues algunos frentes se quedan en el tintero -más reacción del padre- y no todo acaba subyugando al espectador. Por contra, la historia por sí misma funciona y su tratamiento conciso y riguroso soslaya caer en el burdo maniqueo o la banalización de la sexualidad.

El personaje del niño -creo más oportuno referirme a él con este sexo- es el epicentro y lleva el peso del relato, sin altibajos y protagonizado varios momentos para el recuerdo como el partido de fútbol, el baño en el río o el corte de pelo junto a su hermana. El guión se inmiscuye minuciosamente en su psique para desgranar sus dudas, temores, sentimientos y engaños. Todo con una sutilidad que agradecerá el espectador más entregado a la causa.


Tomboy alza el vuelo gracias a la brillante interpretación de Zoé Héran y por un desenlace redondo. La historia no dejará indiferente a nadie y pondrá al espectador en una posición incómoda: aceptar la condición de la niña o dejarse llevar por unos prejuicios anquilosados como los de la madre. Aceptar o censurar. Dejar vivir o morir. Amar o despreciar.

Lo mejor: La actriz protagonista y la sutilidad del relato

Lo peor: Se hace demasiado corta

Nota: 7

El contenido original pertenece a MySofa. Consúltalo aquí.

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