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domingo, 28 de abril de 2013

'Ayer no termina nunca', conmoción y estupor de una crisis emocional

La crisis emocional de dos animales heridos mediante la crisis económica en que está sumergida España. De hecho, mucho más profunda, puesto que Isabel Coixet nos traslada al 2017 cuando las cosas estarán mucho peor que ahora. Eso tan solo es el pretexto metafórico para diseccionar dos personajes reencontrados, tras cinco años de su ruptura a partir de un trágico suceso, con muchas cosas por decirse aunque muchas se las callen y las disimulen con una mirada o una palabra.


Coixet no deja títere con cabeza: el uso del fútbol como droga del pueblo (inteligente uso de los titulares en los periódicos al inicio), la inoperancia y anquilosamiento de los partidos, los recortes en servicios públicos (con consecuencias terribles), la cifra desbocada de paro o el enloquecimiento injustificado con Eurovegas y su nula oposición. Como no, también la fuga de trabajadores al Norte de Europa (Cámara) y la degradación de la sociedad en el Sur (Peña). Dos polos contrapuestos, pero en la historia concreta muy unidos por un intenso y profundo dolor.

La directora de la magistral Mi vida sin mí dispone a sus dos personajes en un único espacio, un edificio administrativo del Estado, vacío, lúgubre y repleto de historias tristes. Una evocación tremendista del futuro del país. Ahí, el ex matrimonio entabla una serie de conversaciones, al principio distantes y poco trascendentales; luego, los sentimientos y el dolor afloran, imposibles de controlar todo es desenmascarado, al menos, para el espectador. 


Los pensamientos de los dos personajes sacan al espectador de ese único espacio, un acierto que ayuda a comprender mejor sus psiques y crea el realismo de un diálogo (lo que se dice y no se dice y lo que se piensa). El ejercicio fílmico de Coixet deambula en la puesta en escena teatral y, por ello, los actores sacan lo mejor de sí (y por la crudeza de sus personajes, claro). Candela Peña y Javier Cámara componen brillantes interpretaciones. Ellos alzan el vuelo del film con un tour de force increíble.

La cineasta, experta en descomponer minuciosamente el alma humana y los sentimientos más insondables, falla en dos cosas, ambas metódicas y bastante imperdonables. La primera peca en exceso de su atrevimiento y algún pasaje acaba resultando monótono y tedioso, algo que ocurría a la no tan lejana -salvando mucho las distancias- To the wonder. La segunda es un par o tres de momentos panfletarios en que la directora nos toma por tontos y nos dice lo que debemos hacer y pensar. Muy directa, poco sutil; muy política y poco cinematográfica.

Ayer no termina nunca es un descenso a lo más profundo de dos personas arrasadas por la situación de un país -y de su vida diaria y personal también- . Él con soluciones que pasan por la huida y el conformismo, ella por la lucha feroz y un optimismo letárgico. Coixet conmueve con su radicalidad y su juego psciológico, pero también provoca estupor y distancia. No todo cuaja, pero se agradece y mucho.

Lo mejor: El atrevimiento de Coixet y sus dos actores

Lo peor: Los dos momentos panfletarios, sin duda

Nota: 7

El contenido original de esta entrada pertenece a MySofa. Consúltalo aquí.

1 comentario:

  1. Tiene algo el nuevo filme de Coixet que me da miedo, pero de todos modos siento una notable atracción hacia su visionado, vuestro artículo sin duda anima a ello.

    Un abrazo.

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