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viernes, 15 de marzo de 2013

'Anna Karenina', apuesta arriesgada: brillante proeza artística

"Todas las familias felices se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera". Este es uno de los inicios más celebrados de la literatura universal que corresponde a Anna Karenina de Leon Tolstoi. Joe Wright, gran experto en adaptaciones de novelas de gran calado, desde el romanticismo de Jane Austen en su loable debut con Orgullo y prejuicio al clasicismo excelente de Expiación. Más allá de la pasión, ha desarrollado su proyecto más personal hasta la fecha con la obra cumbre del autor ruso. La mejor novela realista del siglo XIX.



 El director británico sorprende con una de las propuestas conceptuales narrativas y estilísticas más arriesgadas en mucho tiempo. Y acierta de pleno. Sitúa la totalidad del metraje (o casi todo él) en un solo espacio: un teatro en que transcurren las vicisitudes de los siete personajes centrales; enclaustrados en un espacio a la vista de todos, donde sus sentimientos quedan al descubierto y de cara a la galería no hay nada que esconder. Todo queda al descubierto del mismo modo que Tolstoi disecciona en la novela a los protagonistas mediante unos monólogos internos intensos y extremadamente minuciosos. 

Esta nueva Anna Karenina realiza un gran ejercicio de condensación del original (más de 900 páginas en dos horas escasas) y pude diluir algún personaje (Alexei tiene poca profundidad o la relación de Anna con su hijo tiene poca exploración), pero el resultado final es una estupenda narración sobre el amor vertebrada en tres historias: la relación pasional de la protagonista, el matrimonio a la deriva del hermano (y contrapunto a la historia central) y el primer amor, joven y soñador. La conjunción de las tres tramas hilvana una trama con varios momentos conmovedores.

Wright lleva el material de partida a un juego de coreografías, planos secuencia y encuadres milimetrados que provoca la fascinación y la entrega absoluta. Una puesta en escena brillante cargada de una belleza visual impecable apoyada en una música magistral de Dario Marianelli, repleta de grandes temas y con una espléndida capacidad narrativa. Anna Karenina alberga incontables momentos para la seducción artística, uno de ellos es la de la mazurca tan sumamente genial como la de la playa de Dunkerque en 'Expiación'. O la minimalista carrera de caballos. O el inicio frenético. O tantos otros.

Keira Knightley se convierte por tercera vez en la musa de Joe Wright y se entrega plenamente al papel de Anna Karenina y compone una interpretación frágil y cuidada. Muy sincera. Eso sí, su química con Aaron Johnson no es una gran virtud en el elenco, pero el joven actor también acierta por separado. Matthew Macfayden aporta la dosis más alta de naturalidad y la pareja Domhall Glesson y Alicia Vikander sorprenden con unos trabajos formidables. Olivia Williams, Jude Law y Kelly Macdonald cierran un reparto sin mácula.


No hay artificios estéticos gratuitos, sino una puesta en escena cuidada al detalle para representar -literalmente- la historia traumática y feliz de siete personajes anclados al poder del amor y empujados a cruzar la temible línea de la moral de la época de la Rusia imperial. Anna Karenina se ha convertido, muy a pesar de un servidor, en la película más infravalorada del pasado año, probablemente, por su incomprensión. Un prodigio visual creado por un gran artista y con vocación de traspasar el encorsetamiento del canon clásico y apostar por una estética original y arriesgada. Una delicia para los sentidos y el arte (cine, teatro, literatura y música).

Lo mejor: Wright arriesga mucho y acierta aún más

Lo peor: Quizá no resultará tan disfrutable para quien no conozca el original

Nota: 9

El contenido original de esta entrada pertenece a MySofa. Consúltalo aquí.

2 comentarios:

  1. Muy buen comentario. La verdad es que a nivel narrativo me decepcionó mucho: creo que no hace honor a la historia original y se ve superada por la película de Greta Garbo. Además, el reparto no está muy destacable, y eso que adoro a Keira. No obstante, la película me maravilló a nivel visual: esa fotografía que a menudo retrata a los personajes reflejados en espejos para transmitir sus miedos y aspiraciones, así como la hipocresía de la sociedad. La dirección artística y el vestuario demuestran una vez más su importancia dentro de una película. Solo por ello merece la pena, aunque a nivel narrativo me deja algo frío. Un saludo.

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  2. Hay que tener mucho cuidado con los sentimientos, saber interpretarlos, como si de música se trataran. La de la reciente adaptación de Anna Karenina, sobre el clásico de Tolstoi, a menudo suena demasiado exagerada y vacía. Me quieres, no me quieres. Eso sí, la puesta en escena es grandiosa y original, en particular las escenas de baile, te dejas llevar imaginándote que si uno fuera tan gracilmente liviano... Un saludo!!!

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