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jueves, 3 de enero de 2013

La película de la discordia - 'The Master'

Este viernes llega a nuestras pantallas la esperada The Master, el nuevo film de Paul Thomas Anderson, director de Magnolia, Boogie Nights y Pozos de ambición, entre otras. Protagonizada por Joaquin Phoenix, Philip Seymour Hoffman y Amy Adams, ya es considerada por muchos de lo mejor de esta temporada. The Master narra los inicios de la cienciología durante la posguerra de los año 40 y 50. La película, por supuesto, va mucho más allá, así que vamos a adentrarnos un poco en la historia y en el aclamado estilo de Thomas Anderson. Hoy, The Master es nuestra película de la discordia.



Cuando uno ya va al cine con prejuicios es difícil que la película pueda gustarle al 100%, sobre todo cuando la temática no es santo de su devoción. De hecho, antes de empezar a visionar el film ni siquiera tenía claro de qué trataba, y tampoco lo tuve claro cuando acabó. El estudio de la cienciología como secta, el seguimiento de su impulsor y maestro, el intento de salvación de una alma perdida…El problema de la película es que el espectador vaga perdido y se implica poco con los personajes, que son el centro del film, por no entender sus intenciones así como poco entendemos esta religión; ¿Qué sabemos de Freddie Quell más allá de su atormentada vida y su violento carácter?
 
Tal y como uno empieza la película, así la acaba pues no llega a calar hondo. Incluso podría decirse que en según qué momentos repele, pues su intensidad puede llegar a abrumar y a rechazar lo visto (por ejemplo, las repetidas escenas que muestran cómo “ayudar” a Quell, cuando va de pared en pared tocando y señalando lo que siente). De todas formas, no hay duda de que lo más loable del conjunto del film son las interpretaciones de estos tres grandes actores. Phillip Seymour Hoffman, Amy Adams y por último Joaquin Phoenix hacen un perfecto trabajo que salva el film del mero aprobado, éste último haciendo un excepcional ejercicio de interpretación digno de Oscar. Cada uno representa su personaje con total credibilidad y consiguen centrar la atención del espectador, aunque ande perdido. La habilidad de Anderson delante de la cámara es otro de los puntos fuertes de un film ambiguo, aparentemente potente pero perdido en su desarrollo. No dudo de la calidad del film, pero sí de su capacidad para llegar al público.


Nota: 7
 
Alejandra Diez



El mundo está lleno de contradicciones. Cada uno tiene las suyas. ¿La mía? El cine del señor Paul Thomas Anderson. El director de Magnolia y Pozos de ambición tiene un don de cara al trabajo con los actores. No es que sea demasiado difícil sacar lo mejor de tres monstruos interpretativos de la talla de Joaquim Phoenix, Phillip Seymour Hoffman y Amy Adams -como tampoco lo había en Daniel Day-Lewis-, pero si hay algo aún por exprimir, no hay duda de que Anderson lo consigue. The Master derrocha talento interpretativo en cada una de sus escenas. Si no fuera por el mismo Day-Lewis, Phoenix ya tendría el Oscar en el bolsillo. Su interpretación de Freddie Quell es magistral. Complejo, misterioso, problemático, bebedor, traumatizado y, al fin y al cabo, una persona que ama y quiere ser amada, Phoenix es lo mejor de la cinta. Lo siguen de cerca Seymour Hoffman -ambos protagonizan la mejor escena del film, la de la cárcel- y la cada día más buena Amy Adams. Hasta aquí perfecto. Continuamos con puntos positivos, porque esta película tiene muchos, en especial en cuanto a la cámara, la elección de planos y el magistral montaje de algunas secuencias (los paseos arriba y abajo que hace Freddie de la ventana a la pared serían un ejemplo). Si a la cámara de Anderson le sumamos la fotografía y la muy adecuada música de Jonny Greenwood, The Master parece acercarse a la perfección.

Pero aquí llega la pega, y ésta es su exagerada frialdad de cara al asunto que trata. Como pasaba con su anterior película, este frío en la narración de Anderson provoca un alejamiento de la historia e impide entrar dentro de la pantalla. Una gran película debe transportarnos dentro del mundo que se nos está contando y hacernos testimonios omnipresentes de todo lo que en él pasa. Así pues, cuando el espectador -en este caso una servidora, no vamos a generalizar, por supuesto-, es hiperconsciente de la sala en que se encuentra, de la gente que tiene al lado y de la cantidad de cabezas que hay en las filas delanteras, algo no va bien.Y si, además, mirar el reloj se convierte en el pasatiempo favorito a lo largo de toda la película, la cosa empeora aún más. No es que el tema no pueda ser atractivo: Anderson hace un retrato de la escabrosa realidad de la posguerra en Estados Unidos, del nacimiento de una religión (¿o una secta?-genial la escena con el escéptico) y de la psicología truncada de toda una sociedad. Al terminar el día, sin embargo, una película tiene que sacudirte emocionalmente o, como mínimo, mantenerte enganchado a la silla, interesado. Si no lo hace, los polos negativos acaban haciendo mucho daño al resultado y opinión final.

Nota: 7

M. del Mar Gallardo


Crónica visceral de las consecuencias de la guerra y los cimientos de la Cienciología. El título hace referencia a el maestro, es decir, al personaje de Philip Seymour Hoffman, un Lancaster Dodd, que es un alter ego (no confeso) de L. Ronald Hubbard, fundador de la religión a la que pertenece Tom Cruise. El maestro que mantiene una tensa y agitada relación con su pupilo, magnetismo puro y duro el de estos dos personajes; una relación encauzada y desarrollada a lo largo de todo el metraje. Paul Thomas Anderson sostiene los dos pilares del film sobre su tema favorito: las relaciones paterno-filiales. Lo hace con unas imágenes poderosísimas, de gran belleza y creando situaciones de puro cine.

Las tres más hipnóticas son las tres conversaciones entre Freddie y Lancaster: su primer y revelador encuentro, la decadencia de ambos en prisión y el magistral desenlace con personaje femenino contrarrestando (y aumentándolo a partes iguales) su efecto.  Todo está milimetrado: la brillante música de Jonny Greenwood funciona con la perfección de las ruedas de un reloj, la fotografía es impecable con un juego del color (una escala de grises muy apropiada) acertadísimo... Pero si alguien (mejor dicho, algunos) elevan a The Master de golpe son sus tres actores protagonistas: Joaquin Phoenix (virtual merecedor, por justicia, del Oscar al mejor actor) con un personaje complicado por su excentricidad e introspección, Philip Seymour Hoffman con una concisión expresiva brutal y Amy Adams, breve, pero impecable en cada aparición. Un clásico instantáneo del cine estadounidense contemporáneo por la ambición personal de Paul Thomas Anderson con el proyecto, las intenciones logradas y la contundencia de un relato grotesco, estimulante y reflexivo. Al cine, poco más se le puede pedir. Y no hace falta pedir más Oscar que no ganará (y probablemente, ni nominaciones tendrá) porque tiene algo mejor de Venecia.

Nota: 10

Alain Garrido

2 comentarios:

  1. Me apetece mucho verla, en parte por el gran reparto (me encantan los 3), por Anderson (gran director de actores) y por vuestras críticas.

    Saludos y feliz año.

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    1. Pues ya nos dirás qué te parece, cuando la veas, aunque sí las ganas que tienes de verla se basan en los 3 puntos que nos dices, es casi seguro que ta va a encantar :P

      ¡Feliz año Charly! :D

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