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domingo, 9 de diciembre de 2012

‘Reality’, televisión basura, estás nominada



En 1948, el señor George Orwell hablaba de la sociedad del Gran Hermano como una población vigilada en donde la libertad era la esclavitud y la ignorancia la fuerza. Una población ignorante que, a su vez, adulaba a sus controladores. Federico Fellini, por su parte, al igual que los directores del neorrealismo italiano, ya pintaron la desesperación de las familias en la Italia de la posguerra. Hoy, Matteo Garrone, director de la aclamada Gomorra, coge un poco de ambos para retratar, también con el uso de la comedia, una importante parte de la sociedad italiana. De hecho, el gentilicio aquí es lo de menos, porque la realidad de Reality, valga la redundancia, se puede aplicar a toda la sociedad en general, a todos aquellos que, más o menos cerca del lindar de la pobreza, se crean una realidad ficticia en torno a la televisión, soñando con falsas verdades y felicidades inventadas que les impiden ver a su alrededor y tirar adelante.



Ganadora del Gran Premio del Jurado en la edición de este año del Festival de Cannes, Reality es una comedia dramática que nos narra la vida de Luciano, un pescadero de la sureña ciudad de Nápoles que complementa sus modestos ingresos con pequeños timos que monta junto a su mujer. Un día, más por presión de sus hijos que otra cosa, decide presentarse a las pruebas de Gran Hermano. La simple idea de entrar en el programa y mejorar su vida y la de su familia acaban por obsesionar a Luciano, que empezará a cambiar la percepción que tiene de la realidad.


El film está protagonizado por Aniello Arena, con la particularidad que lleva ya bastantes años encerrado en la prisión de alta seguridad de Volterra —por eso no pudo asistir a Cannes la pasada primavera—. Su situación personal, sea la que sea, no quita que Arena haga una interpretación brillante, como en su momento hicieran los actores novel que usaron directores como Vittorio de Sica. Natural, cómico, payaso y patético al final, la interpretación de Arena es lo mejor del film al lado de la crítica social de Garrone, aunque no por ello hay que desmerecer al resto del elenco (Loredana Simioli, Nando Paone, Giuseppina Cervizzi), componente perfecto para la típica, y tópica en algunos aspectos, familia italiana protagonista coral del film.

¿El único fallo? La larga extensión del film, que acabar por cansar al espectador y hacerle olvidar, en parte, la genialidad de la historia que está contando Garrone. Sin embargo, y a pesar de la durada, técnicamente la película también es excelente. Los primeros planos de Arena con el fondo desenfocado ayudan a la creciente locura del protagonista y su distanciamiento del resto de la familia y amigos. Así mismo, los travelling al inicio —al estilo Sonrisas y lágrimas— y al final de la película dan la sensación de introducirnos en una de las miles historias y familias que viven en la misma podredumbre social que los protagonistas de esta historia. Por último, parece imposible hablar de una película en que el compositor sea Alexandre Desplat sin alabar la banda sonora. El músico francés sabe cuándo hay que utilizar más o menos la música y encuentra para cada uno de sus films el tema y la melodía perfectos. En este caso, la tonadilla divertida, melancólica y típicamente italiana es la opción perfecta para el film de Garrone, genial crítica a las mentiras de unos realities que, de realidad, no tienen nada.


Lo mejor: Arena, magnífico, y la capacidad de Garrone para crear una comedia dramática al estilo del cine clásico italiano.

Lo peor: su larga durada. El mismo mensaje se podría haber conseguido con muchas menos escenas.

Nota: 8

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