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domingo, 16 de diciembre de 2012

'Golpe de efecto', la previsibilidad vence a los prejuicios

Cine americano, con deportes y drama familiar. Un cóctel que no suele dar buenos resultados ni recibe el beneplácito del público y la crítica fuera de sus fronteras naturales: aquellas deseosas del éxito y del triunfo. El año pasado el magnífico guión de Aaron Sorkin y Steve Zaillian, la solvente dirección de Bennett Miller y la introspectiva interpretación de Brad Pitt cerraron el pico de un servidor y del de tantos otros con la fantástica Moneyball. La contundencia no es tanta con el resultado de Golpe de efecto, pero lo cierto es que no cae en el estilo telefimero que hacía presagiar ni en la indiferencia que se presuponía en su avance. Prejuicios desmantelados.



La historia no depara sorpresas, todo tiene tiende a sensación de déjà vu y la previsibilidad gana la partida sin golpes de efecto, más que el motivo del distanciamiento entre el padre y la hija protagonistas. ¿Cuál es su gran baza pues? Un reparto brillante y una dirección consistente, pulcra y clasicista. Académica, también, sí; pero un academismo bien acuñado como el de Eastwood: el Clint duro de Mystic River, el revolucionario de Bandera de nuestros padres o el convulso de Gran Torino. Su compañero (y amigo) Robert Lorenz no está a su altura, pero en algunos momentos recoge todo su espíritu y potencial dramático (la escena del cementerio, las conversaciones entre Eastwood y Adams). Lorenz ha sido ayudante de dirección y productor en varios trabajos de Clint tras las cámaras. 

La historia de Golpe de efecto no tiene ni trampa ni cartón: mala relación paterno filial solventada en un viaje de reunión, abogada urbana ahogada de trabajo sin vida personal, irrupción de un joven y apuesto, pérdida de confianza en lo antiguo frente a la tecnología. Hasta sabemos cuál será el devenir de "el chico de los cacahuetes" desde que lanza la bolsa de frutos secos de ese modo y la nueva estrella del béisbol juvenil lo apoda bajo burla de todo el equipo. Aunque los lugares comunes tengan primacía, la veracidad y contundencia del relato son garantes de un resultado en que las piezas encajan y todo funciona. 
La conjunción entre el drama familiar (con un cúmulo de decisiones muy potente) y la comedia romántica (sin novedad alguna) ofrece una buena introspección de los personajes de Eastwood y Adams, sobre todo, el de ella sale muy reforzado. El gran peso de los dos protagonistas se ve reforzado por el impecable trabajo de Eastwood, resurgido en el mundo de la interpretación, con un papel perfecto para él, pero que pocos como él saben dotar de tanta envergadura expresiva. Por otro lado, Amy Adams, actriz versátil que agota adjetivos y que vuelve a demostrar su inmensa fuerza interpretativa. 

Es fácil confundir a Golpe de efecto con la americanada o la ñoñería de sobremesa y sería un craso error. Es un drama familiar de buena factura, cumplidor y con grandes interpretaciones. Nada más, entretenimiento de calidad sin demasiado esmero, aunque sobradamente previsible.

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