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sábado, 15 de diciembre de 2012

‘El Bosc’ – Cuento, amor y fantasía



Hay algo de especial en un cuento, una magia que sólo encontramos en los relatos cortos, aquellos cuyas pocas páginas desatan nuestra imaginación al máximo para poder suplir con nuestra propia mente los vacíos obligados y queridos de la historia que se nos narra. La grandeza del cuento reside precisamente en la sutileza i la sencillez, que no simpleza, con que éste juga, y es por eso mismo que es tan difícil hacer una adaptación 100% fidedigna para la gran pantalla como la que ha hecho el director catalán Óscar Aibar de El bosc, basada en el relato breve de Albert Sánchez Piñol, que se estrena esta semana.

La historia del cine está llena de cuentos convertidos en grandes películas. Los pájaros era un cuento, Brokeback Mountain era un cuento. Eso sí, tanto Hitchcock como Ang Lee utilizaron sólo la base del relato para después crear una buena, pero bastante diferente, narración cinematográfica. Aibar, sin embargo, con guión del propio Sánchez Piñol, ha querido trasladar literalmente la historia del autor en imágenes, añadiendo poco más a las palabras del aclamado escritor de La pell freda. Y se podría decir que, en cierto modo, lo consigue. 

Ambientada durante la guerra civil española, El bosc narra la historia de un matrimonio de la región del Matarranya (Bajo Aragón). Para escapar de los anarquistas, Ramon (Àlex Brendemüh) decide adentrarse en las extrañas luces que aparecen delante de su masía dos noches al año. Las luces, que se proyectan en un pequeño y extraño bosque, llevan a Ramon a un mundo paralelo, sin guerra, donde se esconde durante los tres años de contienda. Mientras, su mujer Dora (Maria Molins) debe afrontar, sola, todos los frentes: el hambre, el racionamiento, la soledad, el rencor y la venganza.

El cuento de Sánchez Piñol son 8 páginas, la película dura hora y media. Como pasa con toda traducción, aquí, al pasar del lenguaje literario al cinematográfico se pierde parte de esa magia tan característica de los cuentos. No obstante, la acertada visión de Aibar y la pasión que demuestra tener por el texto original y su toque fantástico consiguen despertar de nuevo la imaginación en el espectador y mantener intacto el espíritu de la historia. Al fin y al cabo, El bosc es una historia de amor en toda regla, un romance entre dos personajes redondos y sentidamente interpretados por Brendemühl y Molins que evolucionan y se enamoran a medida que avanza la película. La guerra civil, en este caso, es sólo el telón de fondo, y su importancia es mucho menor a la que tienen, en cambio, el propio bosque —de ahí el título— y la particular lengua de los protagonistas —la propia del Matarranya—, que son dos personajes más dentro de un elenco en el que también destaca la presencia de Tom Sizemore y de Pere Ponce, este último como “el malo” de la historia.

No importa, pues, de qué bando sea uno u otro; las etiquetas de héroe y antihéroe salen de la relación entre los personajes, de su comportamiento y, sobre todo, de su respeto por Dora, no de su posición en la guerra. Con todo, el contexto bélico les sirve a Aibar y a Sánchez Piñol de excusa para introducir esa gran ironía que nos deja la película, y es que, en una situación límite como puede ser una guerra, nos entenderemos antes con los habitantes de otro mundo que con nuestros propios vecinos, a quienes tanto odiamos y no podemos llegar a comprender. Esta es parte de la moraleja de El bosc, una película que mezcla a la perfección realidad y fantasía, consiguiendo imitar, aunque no del todo, la magia del cuento original.

Lo mejor: que no es una película más sobre la guerra civil y el uso de la fantasía de Aibar y Sánchez Piñol.

Lo peor: que un cuento, a veces, mejor cuento.

Nota: 7

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