Lo primero que me viene a la cabeza al ver a
Guillaume Canet con Slimane Khettabi en el estreno de este viernes Una vida
mejor, son las caras de desesperación de aquel padre e hijo comiendo una
focaccia en la Roma de la posguerra de Vittoria de Sica. Los tiempos han
cambiado, pero la desesperación y el patetismo de los protagonistas es el
mismo, arrastrados más allá de sus límites y de unos principios que creían
inquebrantables.
No estamos delante de una obra maestra del neorrealismo como Ladrón de bicicletas, con esos retratos de la quebrada capital italiana, las narraciones de Sica y la naturalísima emoción de sus actores sacados de la calle. Pero la idea de la película, su alma, es la misma.
En este caso tenemos a Yann, un hombre incapaz de llevar a cabo su sueño y que tiene que encargarse de Slimane, un niño cuya madre lo ha dejado para ir a buscar su propio sueño incumplido, el mismo de todos: vivir una vida digna, una vida mejor.
La película se nos presenta con pequeños fragmentos
de la vida de los protagonistas, momentos que sirven perfectamente a la
narración para explicar la evolución de cada personaje, en especial el de
Canet, el más redondo y mejor tratado, seguramente gracias a la interpretación
que nos brinda el actor y director francés.
Una vida mejor es de esas películas que, a pesar de
su sencillez a nivel cinematográfico y seguramente de sobrarle alguna que otra
escena, te patean por todos lados y te dejan lejos, muy lejos de la
indiferencia. Esta es una de las muchas características de lo que llamamos buen
cine.
Lo mejor: la dura realidad y la interpretación de un
brillante Guillaume Canet.
Lo peor: esa misma realidad, que te hace salir del
cine hecho polvo.
Nota: 8
Pues es cierto que el "alma" de esta película recuerda a la magistral "Ladrón de bicicletas", trasladada a la época actual, tan marcada per la grave crisis económica que vivimos. Y me ha recordado al film de De Sica no sòlo por la relación entre padre e hijo (postizo en este caso), sino especialmente porque se trata de seres reales, reconocibles, que sueñan con una vida mejor, y sobre todo el protagonista (excelente creación de Canet) intenta mantener pese a todo su integridad hasta que ya no puede escapar a la presión y la desesperación.
ResponderEliminarLa crítica social y la lucha del protagonista contra el monstruo del capitalismo me recuerdan también los films de Ken Loach, especialment aquéllos en los que aparece, como aquí, un ligero atisbo de esperanza,como en la magnífica "Mi nombre es Joe".
La película es muy dura, sí, pero está salpicada con muchas escenas de ánimo, humor e ilusión que permiten soportar las dificultades del mundo hostil en el que se mueven los protagonistas, y te hacen confiar que aún hay esperanzas cuando todo se viene abajo.
"Una vida mejor" es de aquellas películas que interesan mientras las estás viendo, pero que cuando pasa el tiempo, contra más la piensas más te gusta. Y es una gran pena que haya pasado tan desapercibida por nuestras carteleras.