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domingo, 29 de julio de 2012

'Madagascar 3, de marcha por Europa', un espectáculo animado



Hemos hablado y debatido varias veces sobre las películas de DreamWorks. Entre nosotros mismos también hay discordia. Estamos divididos en dos grupos, como la mayoría de cinéfilos de la animación: los que destacan lo peor de la factoría, cintas de temática repetitiva, superficiales y con argumentos pobres -nuestro compañero Alain Garrido hablaba de los fracasos de Kung Fu Panda 2 y El gato con botas- y los que prefieren tener en cuenta lo mejor del estudio que ha realizado historias como El príncipe de Egipto, La ruta hacia el Dorado, Sinbad, Shrek y la más reciente Cómo entrenar a tu dragón. En este segundo grupo hay quien también añadiría Kung Fu Panda y/o el primer Madagascar. ¿Y por qué no? Estamos hablando de buenas películas de entretenimiento, simpáticas, divertidas, con buenos dibujos y unas muy destacadas bandas sonoras, en la mayoría de los casos. No tienen el mensaje de amistad y miedo al abandono de Toy Story, ni la reivindicación de la diferencia de Ratatouille, ni la ternura y ecologismo de Wall-e o el retrato de la vejez de Up, no. Pero este segundo grupo -sobre todo How to train your dragon, sin sobrevalorar-, funciona correctamente como cine de animación. Ahora bien, ¿qué hay de Madagascar 3, de marcha por Europa?


Segundas partes sí que pueden ser buenas, ya ha quedado demostrado en más de dos y res ocasiones. Pero en cuanto a terceras, ahora solo me vienen a la cabeza Toy Story 3 y Harry Potter y el prisionero de Azkaban, muestra demasiado pequeña para probar nada. El primer Madagascar fue una idea muy original: un grupo de animales salvajes del zoo que de un día a otro se encuentran en medio de su hábitat supuestamente natural, en Madagascar, y solo quieren volver a casa. La segunda, ambientada en la sabana africana, tenía también sus puntos fuertes -quizás en cuanto a desarrollo argumental era incluso mejor que su antecesora-.

Ahora, en la tercera, a Alex, Marty, Melman y Gloria se les presenta una última oportunidad para volver a casa: apuntarse a un circo ruso -Circo Zaragoza, que tiene su gracia...- y llamar la atención de un cazatalentos estadounidense que los lleve de regreso a Nueva York. La idea del circo da de si: nuevos personajes, escenas más que divertidas -el romance entre el lémur del "I like to move it" y la osa con tutú no tiene precio- y espectacular juego de luces, efectos y música para los distintos números.
Unas cuantas risas, un 3D que, por primera vez cumple su función -sacarlo todo fuera de la pantalla- durante la mayor parte de la película... Pero poco más. Ni tan solo la mala de la película, una especie de Cruella de Vil con un museo de animales disecados en casa, acaba de encajar con el desarrollo de la historia. Pero bueno, por eso siempre tenemos a los pingüinos y al lémur, con sus ideas descabelladas y déspotas, para salvar el día. Así pues, Madagascar 3, de marcha por Europa no entraría dentro del segundo grupo de pelis DreamWorks, pero tampoco es una pérdida de tiempo. Es más, uno puede pasar un buen rato delante de la gran pantalla con este producto de entretenimiento y alta calidad artística. Lástima aquí de la música de Hans Zimmer, que poco hace a parte de repetir el tema principal de la saga con todos los estilos e instrumentos posibles -no está mal, pero falta un poco de variedad y novedad de temas-.


Lo mejor: el espectáculo de circo, el romance entre el lémur y la osa y, sorprendentemente, el 3D.

Lo peor: la estriónica mala de la película y que, en realidad, a pesar de algunos elementos de originalidad, no deja de ser otra vez la misma fórmula de siempre.

Nota: 6

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