domingo, 22 de enero de 2012

'Un lugar para soñar' - Crowe, el director del cambio y la superación


Que alguien me explique porque tengo que empezar la crítica diciendo "el otro día fui al cine a ver Un lugar para soñar, ¡y vaya si soñé! Soñé tanto, que por poco triumfo patinando...". A ver, si la trama de la película tuviera algo que ver con este título, por vago y poco original que fuera, se aceptaría (es la decisión del guionista, director o quien sea relacionado con la realización del film). Pero como no lo es, no puedo más que volver a quejarme de una labor pésima en la traducción de este título, que solo hace que dar una visión equivocada de esta película, sencilla pero encantadora, sobre cómo el cambio puede ser a veces la mejor manera de superar los duros obstáculos que nos encontramos en la vida. Estamos hablando de We bought a zoo (Hemos comprado un zoo).

La premisa de la película, superación a través del cambio, puede parecer un tópico repetido en centenares de películas (la mayoría de ellas norteamericanas), y ese quizás sea su único punto débil. Sin embargo, cuando ponemos el tema en manos de un director como Cameron Crowe, el resultado puede llegar a ser muy satisfactorio. El director de Casi Famosos (2000) ya nos ha demostrado otras veces lo bien que se le dan las historias de superación. En Jerry Maguire (1996) vimos a un joven Tom Cruise -recién salido de la primera Misión Imposible- empezar de zero una empresa con la ayuda de Renée Zelweger y Cuba Gooding Jr. Y en Elizabethtown (2005), aunque bastante inferior a la primera, los ingeniosos y frescos diálogos entre Orlando Bloom y Kirsten Dunst ayudaban al primero a replantearse su vida después de un terrible fiasco laboral.


Esta vez, el personaje perdido que necesita rehacer su vida es Matt Damon. Solo y perdido con sus hijos después que su mujer haya muerto, Benjamin Mee (Damon) decide comprar una casa lejos de su pueblo para empezar de nuevo. Solo falta añadir un pequeño detalle: la casa, en realidad, es un zoo que hace años que está cerrado al público. Así pues, metido en la tarea de arreglar todo el recinto para poder abrirlo al público, Benjamin no olvidará a su mujer, pero sí que encontrará un nuevo objetivo por el que luchar y vivir, un objetivo que le hará encontrar el camino y ser quien quisiera ser: un buen padre por encima de todo. Evidentemente, para llegar hasta aquí hará falta más de una pelea con su turbado hijo (Colin Ford), pero nada que un tigre y unas cuantas serpientes y dibujos no puedan solucionar.

Pero hablando de niños, ¿de dónde los sacan? ¡Es increíble lo buenos que son y lo naturales que actúan delante de la cámara! ¿Será cosa de la importancia que le dan al teatro en Estados Unidos? mmm, por ahí podría ir la respuesta. Sea como sea, la cuestión es que nos encontramos siempre con estupendas interpretaciones infantiles, desde el niño de Kramer contra Kramer (Robert Benton, 1979), pasando por todos los papeles de Abigail Breslin, los equipos de Los Goonies (Richard Donner, 1985) y Super 8 (J.J. Abrams, 2011), Drew Barrymore y Henry Thomas en E.T. (Steven Spielberg, 1982) hasta el hijo de Zelweger en Jerry Maguire y los tres niños de Un lugar para soñar: Colin Ford, la encantadora Maggie Elizabeth Jones y, por supuesto, Elle Fanning, muy diferente aquí que en la misma Super 8 o Somewhere.

A parte de los niños, cabe destacar la alegría de ver a Scarlett Johansson volviendo a hacer un papel de buena chica, lista y trabajadora, y no la típica femme fatale. Ahora bien, es Matt Damon -qué gran actor- y la naturalidad con que intepreta a su frágil personaje quien le da más puntos a este film, que gana en credibilidad y encanto. Eso sí, no hay que olvidar a Thomas Haden Church, que nos brinda algunos de los momentos más divertidos de toda la película.

Así pues, quizás no sea una película tan real, próxima y natural como Los descendientes (Alexander Payne, 2011), pero Un lugar para soñar es, sin duda alguna, una bonita película, con una historia enternecedora y unas fantásticas interpretaciones, que te sube el ánimo y te hace salir con una sonrisa del cine, y eso es algo que se agradece de vez en cuando. ¿Alguna lagrimita? Quizás sí, pero a ninguna de las escenas más emotivas de esta película se la puede tachar de ñoña, así que un poco de sensiblería de la buena tampoco viene mal, siempre que se nos presente tan correctamente como hace Crowe en este We bought a zoo.


Lo mejor: la relación Tigre-Damon y las pintas de Haden Church ayudando en el Zoo.

Lo peor: cómo no, su título.

Nota: 7

P.D. ¿Cuál es la mejor interpretación de un niño/a que recordáis?

2 comentarios:

  1. Me gustó mucho. Es una película encantadora y tierna y como bien dices este tipo de películas a veces vienen bien para alternar.

    Sí el tema de los niños en las películas de USA es increible. No sé realmente cómo pueden salir tantos y tan buenos. La pregunta que haces es realmente difícil de responder. A lo largo de la historia del cine han habido tantos que no sé cuál decir.

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  2. Quizás de todos los actores infantiles recientes de Hollywood me quedo con Haley Joel Osment. Y también me gustaba mucho la espontaneidad de Fred Savage, el niño de la serie "Aquellos maravillosos años". De los clásicos recuerdo especialmenta a Jackie Cooper y Freddy Bartholomew y también la pequeña Elisabet Taylor. Despúes me gustó mucho Tatum O'Neal ("Luna de Papel"). Y de los españoles, escojo a Ana Torrent ("El espíritu de la colmena" y "Cría cuervos") y Andoni Erburu ("Secretos del corazón")

    Pero por encima de todos mi preferido es Enzo Staiola, el niño de "Ladrón de bicicletas", la mirada más expresiva de la historia del cine.

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