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jueves, 10 de noviembre de 2011

'No habrá paz para los malvados' o de como la vida te convierte en un (anti)héroe


Ya estaba tardando en poner la crítica de la película, junto a El árbol de la vida y Nader y Simin, que más me ha gustado en los últimos meses de las estrenadas en cines. Se trata del nuevo trabajo de Enrique Urbizu, director bilbaíno y uno de los mejores directores de la historia del cine español. Mostró grandes dosis de inteligencia cinematográfica con La vida mancha y La caja 507 y con esta No habrá paz para los malvados firma la mejor película española de 2011.



Enrique Urbizu construye un gran relato urbano (mejor dicho suburbano) donde la miseria es el eje central. Un thriller que bebe de grandes mentores como Michael Mann o Arthur Penn y con un uso de la violencia tan magistral como Sam Peckinpah y tan reflexivo como Michael Haneke. Sin duda grandes nombres, como el de Urbizu -desconocido para el personal que machaca al cine español sin contemplaciones- . Urbizu crea, desde el minuto uno, una atmósfera gris, mugre y putrefacta donde se desarrolla esta espiral de intriga judicial y acción incesante.

La película, en contra de lo que algunos dicen, no decae en ningún momento de ritmo, de hecho, en todo momento se quiere saber cual será el devenir de nuestro (anti)héroe favorito del año, Santos Trinidad. Con él empieza y acaba la narración, una narración con la cual Urbizu teje, con garra y furia, un retrato del Madrid post 11M. Al director le sale de maravilla jugar con un protagonista polémico porque, al fin y al cabo, de lo que nos quiere hablar es del terror social, la inoperancia burocrática y del individualismo contemporáneo, eso sin dejar de lado el querer dibujar, a grandes rasgos, una ciudad del siglo XXI. No sería noble acabar de analizar la magnífica dirección de Urbizu sin destacar sus inmensos planos (los dos de Coronado con la pistola, los últimos del centro comercial, la persecución o el juego de planos en el juzgado).


El guión, escrito entre Urbizu y su habitual colaborador Michel Gatzambide, marca las líneas generales de un personaje que, acto seguido, ya es un icono cinematográfico para la posteridad, Santos Trinidad. Este curioso y excepcional personaje tiene un pasado -el cual no se explica, solo

con unas pinceladas sutiles- que le conduce a los actos con los que arranca el film y que provocarán una lucha para protegerse hasta las últimas consecuencias. El guión es una muestra de como, con poco, puede hacer mucho y es que el espectador no precisa saber que ocurrió antes para entender que está viendo. Pero la lucha de Santos es paralela a la investigación jurídico-policial que muestra los entresijos de un sistema inoperativo con demasiadas grietas e intereses y la incapacidad del ser humano de evitar una tragedia. Dos historias complementarias que funcionan gracias a la inteligencia de sus narradores.

Y si la gran baza del film es Santos Trinidad es porque el actor que le da vida logra redondear el personaje y el agraciado es un insuperable José Coronado -que pide a gritos un merecidísimo Goya- . El actor impregna al personaje de una naturalidad y expresión estupendas que incita a arropar a este individuo de moralidad más que discutible. He ahí la gracia de un gran personaje y una gran actuación. Sin duda, el Goya al mejor actor debe ser suyo. El resto del reparto queda ensombrecido, pero no hay que quitarles mérito alguno: Rodolfo Sancho, Helena Miquel y Juanjo Artero están muy convincentes.


Para yuxtaponer las dos historias paralelas se precisa de un montaje que sepa moldear la intensidad del relato y el film lo tiene. Un montaje sincopado, intenso y sobrio que en ningún instante pierde la efectividad.

No habrá paz para los malvados es, sin lugar a dudas, el mejor largometraje español del año, la película que, con justicia, debería ganar el Goya. Un western crepuscular al más puro estilo de grandes cineastas como Mann o Eastwood y es que Urbizu es de los pocos cineastas que pululan por el séptimo arte contemporáneo. Este cine es el que otorga brillantez a nuestro cine, el que nos sitúa al lado del mejor cine europeo, el que explora la grandeza del arte, el que hace que un servidor se sienta orgulloso del cine español y no otro tipo de cine. No habrá paz para los malvados es un título imprescindible, una obra maestra -y no uso el término a la primera de cambio, os lo aseguro- .

Lo mejor: Absolutamente todo, pero, por destacar algo, Santos Trinidad, Santos Trinidad y Santos Trinidad

Lo peor: Su desgraciada poca repercusión y el desdén de algunos espectadores


Nota: 10

2 comentarios:

  1. No estoy de acuerdo contigo. Me parece un poco exagerada la crítica, demasiado grandilocuente.

    Lo que más destacaría de la película es José Coranado y su personaje, la psicología y el sufrimiento de este.
    Es interesante como no se muestra a Santos Trinidad, sin entrar en traumas infantiles ni fracasos familiares. Como tú dices es un auténtico antihéroe.

    Ahora, de eso a calificarla como obra maestra...

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  2. Me ha llamado poderosamente la atención tu defensa acérrima de esta película con motivo del premio Goya 2012 a la mejor película y he tenido curiosidad por releer tu crítica. Pero no logro entender que hayas encontrado todo eso que dices en un film tan superficial, lento, aburrido y de trama tan confusa. Excepto la creación (un tanto tópica) del personaje central, el resto son títeres sin ninguna profundidad dramática ni psicológica y horrorosamente interpretados. El principio es impactante, es cierto, pero luego parece un telefims de sobremesa sin un argumento que avance y sin que al final interese en absoluto si la actuación de Trinidad es por venganza, por casualidad o por el infierno a que le ha conducido el alcohol. Y la trama de los terroristas es absolutamente inconsistente. Pero el guión no es lo peor. Para mí, lo es la dirección, imitando absurdamente al cine negro a base de miradas ridículas y cubatas en espacios sórdidos. No se entiende en ningún momento la motivación por la que actúa el protagonista (discreto Coronado); parece que sólo se intente imitar escenas impactantes de Peckimpah o Penn, pero que quedan muy, muy lejos de estos grandes directores. Conclusión: nefasta película, director sobrevalorado y Goya injusto.

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